Nombre:                      Códice Borbónico

Procedencia:                Ciudad de México

Fecha:              Primera mitad del siglo XVI

Técnica:                       Papel de amate plegado en forma de biombo.

Medidas.                     Consta de 36 hojas de 39 x 39.5 cm.

Colección:                    Bibliothéque de l’Assemblée Nationale Francaise.

París, Francia

Este códice recibe su nombre del lugar en donde se encuentra actualmente (Bibliothéque del Palais Bourbon).  En el siglo XVIII, se albergaba en la Biblioteca del Monasterio del Escorial, cerca de Madrid, por lo que es probable que el manuscrito haya sido robado por los soldados franceses durante la Guerra de 1808, y fue adquirido por la Asamblea Nacional Francesa en 1826 por la cantidad de 1300 francos. 

Respecto a la época en que este códice fue realizado, hay muchas controversias, aunque suele aceptarse que fue hecho en fechas cercanas a la Conquista de México por un artífice indígena  que ya estaba familiarizado con muchos aspectos de la cultura occidental, como se puede apreciar en el tipo de “lectura” que se le tiene que dar al códice, es decir, de izquierda a derecha; para su manufactura el tlacuilo o pintor indígena utilizó pinceles en vez de plumas, regla y al menos un grabado europeo para la elaboración de una de las láminas.

Este códice se encuentra dividido en cuatro partes:  la primera es un Tonalpohualli o almanaque adivinatorio; cada una de las láminas de esta parte se encuentra dividida por líneas rojas y domina en la parte superior izquierda un recuadro en donde se encuentra la imagen del dios que preside cada periodo; la segunda parte muestra la asociación de los nueve señores de la noche, con los días portadores de los años para un periodo de 52 años; la tercera parte es un calendario festivo de 18 meses de 20 días, correspondientes al año 2 caña, cuando se celebraba la ceremonia para encender el “fuego nuevo”; la cuarta parte repite nuevamente un siglo de 52.

Es probable que el Códice Borbónico se haya pintado para fray Andrés de Olmos, si bien otros religiosos, como fray Bernardino de Sahagún, pudieron tenerlo en sus manos cuando escribían sobre el calendario antiguo.