De acuerdo con una antigua tradición piadosa, los
"nacimientos" o "belenes" tienen su
origen en Italia en el siglo XIII, cuando San Francisco de Asís representó en
Arezzo el nacimiento de Cristo con personas y animales reales, con el objetivo
de mostrar a los feligreses de una manera didáctica este pasaje de la vida
de Jesús.
Durante los siglos posteriores, en la Europa
católica se continuó representando la natividad de Cristo por medio de obras
teatrales que se escenificaban en los atrios de las iglesias y en las plazas de
los pueblos y ciudades; a través de esta práctica, la Iglesia no solamente
fomentó la devoción popular, sino que alentó la inclusión de todos los
personajes que se mencionaban en los Evangelios por medio de figuras de madera
o cerámica, las cuales recibieron en España el nombre de "belenes". De esta
manera, a las representaciones originales del niño Jesús, la Virgen María, San
José y el ángel, se les agregaron los Reyes Magos, que representaban las tres
partes del mundo conocido hasta ese momento (Asia, África y Europa) y que
adoraban al niño dios; fueron asimismo incluidos el buey, la mula y gran cantidad
de pastores.
Ambas tradiciones (las representaciones teatrales y
los "belenes") llegaron a México en el siglo XVI con los religiosos españoles,
quienes introdujeron el cristianismo a los indígenas; ya en nuestro país, estas
dos tradiciones continuaron enriqueciéndose con nuevos elementos propios del
mestizaje cultural surgido en México, y son actualmente una parte muy
importante de la cultura popular.
En efecto, en el caso concreto de los "belenes" o
"nacimientos", los artesanos mexicanos han continuado esta tradición,
enriqueciéndola con notables diseños en muy diversas técnicas; actualmente se
elaboran a partir de hojas de palma, cera, metal, madera, hueso y,
principalmente, de barro.
En esta temporada decembrina, el Centro de
Enseñanza para Extranjeros, UNAM, ha tenido el honor de exhibir en la galería
"Adolfo Best Maugard", un nacimiento tradicional de barro perteneciente al
acervo artístico del Instituto Mexiquense de Cultura, a quien agradecemos su
apoyo para exponerlo en nuestro Centro.
Este nacimiento fue realizado en Metepec, Estado de
México, hacia 1970 por el Mtro. Alfonso Soteno, notable artesano quien, al
igual que varios miembros de su familia, ha trabajado por varias generaciones
el barro colorado y el amarillo que extraen manualmente, con la ayuda de picos
y palas, de los terrenos del poblado vecino de Ocotitlán.
Para la elaboración de sus piezas, los artesanos
mezclan enérgicamente los barros y los remueven constantemente, golpeándolos
fuertemente para deshacer los terrones y, de esa manera, pulverizar finamente
el barro que emplearán en la realización de sus nacimientos y de los famosos
"árboles de la vida".
Para preparar la pasta con la que harán sus
figuras, los artesanos mezclan el barro y lo humedecen con agua y "plumilla",
ingrediente que sirve para blanquear, suavizar el barro y darle una textura
adecuada. De la mezcla correcta de barro, agua y plumilla y de un buen amasado
dependerá la calidad de las piezas, por lo que esta etapa de la producción
suele ser prolongada.
La realización de las figuras de pequeño formato
suele hacerse manualmente, empleándose la técnica del modelado; para figuras de
formato mayor, como las que forman este nacimiento, se emplean moldes.
Una vez que se han elaborado las piezas con la
ayuda del molde, se secan dentro del taller y después se asolean en un patio,
moviéndolas constantemente para que el secado sea uniforme y no se partan en el
proceso de cocción. Ya secas, las figuras se rebajan y alisan con un raspador,
antes de acomodarlas en hornos circulares para cocerlas por varias horas.
Finalmente se enfrían las piezas y se pintan con vivos colores, por lo que el
resultado es una obra notable tanto por la complejidad de su técnica, como su
belleza artística.
* Encargada del archivo fotográfico y profesor de Arte, respectivamente
CEPE-UNAM, México, D.F.