Las paredes del tiempo impidiendo
que los sueños, las alegrías, las tristezas
trasciendan
al olvido, nos muestran
en diferentes colores las marcas
de las
dulzuras, las penas y los sinsabores.
Y ahora, a punto de caer la última hoja
de lo que han sido estos ajetreados, cruentos,
y bélicos 365 días, ruedan las lágrimas derramadas
por los amigos y seres queridos
que terminaron su misión en este espacio terrenal.
Quedarán en el recuerdo los sinsabores
provocados por las enfermedades
superadas gracias al avance de la ciencia
y al deseo de seguir compartiendo y construyendo
experiencias de vida.
Quedarán colgadas y enmarcadas
las dulzuras de las metas alcanzadas
manifiestas en una nueva vida,
un título o logro profesional
un aniversario más con la pareja,
un encuentro con la ciencia, con el conocimiento.
Lo que también queda y no se pierde
es la fe en el amigo, presente y ausente,
la esperanza en lo auténtico,
la renovación de nuestro eterno deseo:
Salud para crear, disfrutar y trabajar
Dinero para vivir dignamente
Y amor a Dios y al prójimo para transformar.
¡Feliz 2004!
*Profesora de Español
CEPE-UNAM en México, D. F.