Hay un dicho que dice: “Tantos idiomas
conoces, tantas personas eres”.
Esto significa que para aprender otro idioma
necesitas “volverte” otra persona.
No se
puede, de hecho, conocer verdaderamente otra lengua si no se aprende a pensar
como la gente que la habla.
Cada lengua es el espejo de la vida “material
y moral” de un país, o sea, de su cultura. Querer aprender un idioma significa
antes que nada esforzarse por entender y aceptar lo que es diferente de
nosotros y de nuestra cultura sin prejuicios a priori.
Esto es muy difícil de hacer porque requiere
de elasticidad mental y un sincero respeto por los demás; pero lograrlo
significa no sólo aprender un idioma, sino enriquecer la propia persona.
El aprendizaje de una lengua te ayuda a vivir
mejor, te hace recordar que no eres el único en el mundo, que no existe una
sola cultura, te hace sentir bien contigo mismo y con la gente que te rodea.
Vine a México por amor. Me explico: a mi
novio le ofrecieron un trabajo que no podía rechazar y yo, no sabiendo bien que
quería hacer de mi vida, lo seguí porque lo único que sabía era que quería
estar con él.
Además,
ya conocía yo México, tenía amigos, me gusta el olor a maíz de las calles y la
utopía de Marcos.
Cuando llegué a México, no sabía ni una
palabra de español, pero entre mí me decía: “Luisa no te preocupes, el español
es fácil, solo necesitas poner al final de las palabras italianas una s
y ya está”
¡Y no es así!
Qué feo es no saber comunicarse, no lograr
expresarse, estar en un país extranjero y sentirse un marciano, ser siempre el
centro de la atención, dar mala impresión por no saber las palabras ni la
cultura. Pero por suerte no me deprimí y me dije:” Si quieres estar aquí,
¡despiértate!”
Soy una persona abierta y curiosa y, poco a poco, escuchando, hablando
poco, equivocándome demasiado, en la calle, a través de la música, de la
literatura y ahora en el CEPE, he aprendido a comunicarme y a vivir en México.
¡Y vaya, qué diferencia!
Aprender español en México me ha abierto un mundo que conocía poco y
mal: aquí no existe Speedy González, el desayuno puede ser un ritual, el
mexicano no es español, la cultura mexicana es tan rica como lo es la comida…
Para vivir en México, además de aprender el idioma y la cultura, tuve
que encontrar un trabajo y el único que me ofrecieron fue el de maestra de
italiano.
Dar clases de italiano en un país que no es Italia es diferente.
Para la gramática no se puede hacer mucho, solo enseñarla y esperar que
un día tus alumnos la puedan poner en práctica.
Pero para la cultura…..
En México la cultura italiana se conoce, pero no significa que se conoce bien.
Y entonces el mío es también un trabajo de “contracultura” o, mejor
dicho, contra los preconceptos y prejuicios de los Mexicanos en relaciones a
los italianos.
Tengo siempre que encontrar algo (materiales auditivos, literarios,
fotográficos, etc.) que me ayude para éste mi objetivo: Italia no es sólo moda,
galanes y mafia…
Me gusta mi trabajo es algo que me satisface, enseñar lo que a mí
siempre me ha gustado de mi cultura, hacer imaginar un país a través de la
literatura, la música, las películas y, por qué no, la comida.
Además, enseñar significa también aprender: es un continuo intercambio
de opiniones, nociones, ideas, y también gracias a mis alumnos yo conozco la
cultura mexicana.
No puedo decir si todo lo que he aprendido estando aquí (idioma,
cultura, etc), me servirá….el futuro es incierto…
Pero sé que soy una persona diferente, más madura, más segura, y que si
un día regreso a mi país, podré afrontar la vida de allá desde varias
perspectivas, que no es poco.
* Estudiante italiana
de Español III
CEPE-UNAM,
México, D.F.
filomena13@hotmail.com