¿Existe el
elíxir del amor? Desde la antigüedad, los filósofos, brujos, escritores y
varios charlatanes han buscado el secreto.
¿Qué sería de la pluma de Shakespeare, Cervantes y
Rostand, o de las especulaciones de Freud y Alberoni? La pregunta eterna ha
sido: ¿qué es el amor? Pues quizá ahora se sepa.
Según la
señora Helen Fisher, antropóloga de la universidad Rutgers de Nueva York, los
ingredientes del cóctel químico, en el cual se baña el cerebro cuando uno está enamorado,
son la dopamina y la norepinefrina. Son dos hormonas que producen la sensación
de placer. Este estado de inquietud y bienestar ocurre también cuando los
atletas corren, lo que explicaría la popularidad del “jogging”, o cuando se
come chocolate, porque contiene compuestos emparentados a la dopamina. La
científica nota también una secreción de la serotonina, la cual produce una
sensación de autosatisfacción plena cuando el nivel es alto. ¿Será,
entonces, que cuando uno se siente muy
satisfecho, uno está menos sujeto al amor?
Las
posibilidades que proporcionaría tal poción del amor nos invitan a soñar en un
mundo mejor. Se podría dirigir la vida de manera racional, sin que el impulso
animal nos desviara de las buenas decisiones.
¿Cuantas veces hemos pensado en una pareja posible?:
“Esta persona tiene buen carácter y sería bueno vivir con ella, pero le falta
la chispa”. Pues un trago de poción sería el pegamento para unirse con ella
para siempre. Y si, a largo plazo, le faltara el deseo, lo cual es un azar de
la vida, un traguito y todo se arreglaría. Nos podemos imaginar que los
divorcios desaparecerían, los niños crecerían en familias unidas y en armonía.
El orden social no sería alterado.
A pesar de que sea muy
atractiva la ilusión de felicidad perfecta por medio de la farmacología, no me
parece segura. Imagínense si todos en el país tomaran la poción cada semana
para estar felices y andar con la sonrisa pegada en la cara. Y por mala suerte,
en alguna carretera, un camión que transportara esa maravilla chocara y se
derramara toda su carga, y esa carga fuera, por lástima, la reserva nacional de
la poción. ¡Qué crisis!
Entonces,
gracias señora Fisher por su descubrimiento, pero yo prefiero seguir buscando
el amor de la buena y antigua manera, para asegurarme de que mis químicos son
los míos.
* Estudiante del nivel Avanzado 1, ESECA.
UNAM-ESECA en Gatineau, Québec, Canadá
Leonardswiderski@yahoo.ca