Flores de Nieve, Revista de estudiantes y profesores de español
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Reflexiones

Guelph, Ontario: Una experiencia intercultural

Fernando Rodríguez L. León*

Fernando Rodríguez L. León
Una experiencia intercultural
Foto:Fernando Rodríguez L. León

De septiembre del 2014 a abril del 2015, trabajé en la Universidad de Guelph, Ontario, Canadá, haciendo prácticas profesionales como profesor de español de parte de la Especialización en Enseñanza del Español como Lengua Extranjera del CELE y el CEPE, UNAM. Ha sido, sin duda, una experiencia muy importante en mi vida, tanto en la parte académica como en la parte de las vivencias que ahí obtuve. Cuando llegué, la primera semana hubo una junta en la que íbamos a estar todos los "profesores" del departamento, bueno, eso es lo que yo entendí. A mí me llamaban "Intern", palabra que yo, con mi poco conocimiento del inglés, no entendía del todo. También mencionaban las siglas TA, o como en inglés lo pronuncian, algo así como "ti-ei". Al inicio de la junta nos pidieron que cada quien se presentara. Yo escuché que otro Intern, como yo, decía que él era un "TA". Como yo no estaba muy seguro de lo que yo era exactamente, cuando me presenté dije también que yo era un "TA". Después de mucho tiempo, descubrí que "TA" significaba Teacher Assistant, es decir, asistente de profesor.

Después de escuchar las presentaciones de cada uno en la junta entendí que algunos eran estudiantes, otros profesores, otros TAs y otros Interns, como yo (aunque todavía no había captado la diferencia entre TA e Intern). Después de un tiempo descubrí que todos eran estudiantes, incluyéndome a mí, que no estudiaba en esa universidad, pero que sí seguía siendo pasante de la UNAM. International Intern, en Canadá, es una persona que viene de otro país y que está haciendo prácticas profesionales ahí. En esa junta, además de otros practicantes (o Interns) como yo, que venían de varios países como España, Francia, Alemania, Italia y Brasil, había también estudiantes de varios posgrados a nivel maestría que iban a estudiar y trabajar como TAs en el mismo departamento de Lenguas y Literaturas. Todos teníamos edades similares. Puede ser que algunos tuvieran hasta cuarenta años y otros apenas veintidós pero, en espíritu, todos éramos jóvenes. De esos estudiantes, muy pocos eran canadienses; la mayoría, al igual que yo, venía de otros países en un tipo de intercambio. Fue así que tuve la oportunidad de, además, convivir con otras nacionalidades, como rumanos, croatas, holandeses y hasta algunos latinoamericanos.

Los primeros días de trabajo me di cuenta de que todos esos compañeros, o más bien dicho, colegas, eran también mis amigos, pues todos convivíamos en el mismo departamento y teníamos nuestra propia oficina compartida. Con ellos siempre había algo que hacer. Gracias a las redes sociales nos comunicábamos en un grupo y casi todos los días alguien proponía alguna actividad como ir a tomar una cerveza en algún bar y charlar, ir a algún concierto en el centro o, incluso, salir de viaje juntos un fin de semana. La verdad es que me sentí muy afortunado de llegar a Canadá y no estar solo, sino, por el contrario, de tener muchísimos amigos.

En la Escuela de Lenguas y Literaturas, tenía además la fortuna de poder practicar otras lenguas que también hablo, aparte del inglés y el español. Tenía incluso la oferta de estudiar otras lenguas, como el italiano, cosa que no aproveché pues no tenía suficiente tiempo, pero que me hubiera encantado.

Mi relación con los demás, canadienses y extranjeros, era cordial y respetuosa y a veces también amigable. Los canadienses son muy respetuosos y amables, ciertamente tienen fama por eso. Sin embargo, no puedo negar que llegué a tener algunos choques culturales con ellos, así como con las otras nacionalidades. Con los canadienses, las diferencias culturales con las que encontré alguna dificultad se concentraban en lo siguiente:

Diferencias en el sentido del humor relacionado con el doble sentido y las referencias sexuales.

Los canadienses guardan mucho respeto por los demás en muchos sentidos (religioso, racial, político, etc.). En los temas sexuales, al menos en Ontario, también guardan una buena distancia.

Para los mexicanos estos temas, aunque son parte de un tabú, normalmente sí los usamos todos los días como parte de nuestra cultura comunicativa con el albur, las bromas y los chistes.

Diferencias afectivas con los otros.

En mi estancia pude conocer a mucha gente, pero con pocos hice una verdadera amistad. Los temas de conversación eran sobre cosas muy generales, no intimábamos mucho. Con muchos normalmente toda la relación se basaba en decir "hola" y "adiós".

No con todos pasaba esto. También había muchos que me preguntaban cómo estaba, pero no era fácil tener una conversación más profunda sobre nosotros. Esta situación en algún momento me hizo sentir mal. Me hicieron mucha falta mis amigos y mi familia de México para compartirles mis alegrías y mis problemas.

Con los compañeros de otras nacionalidades, y a veces con los canadienses también, tuve, así mismo, algunos choques culturales, en especial en un aspecto del comportamiento:
la forma de saludar y de despedirse.

Es bien sabido que en México y los países latinos, somos muy cariñosos con nuestros amigos y familiares al momento de saludarnos y despedirnos. Acostumbramos frecuentemente, además de besar a las chicas en la mejilla y saludar de mano a los hombres, darnos un abrazo. Mi experiencia en Ontario era a veces difícil de entender. Cuando llegué no sabía cómo saludar y despedirme, así que opté por hacer lo que veía que hacían los demás. Algunos de ellos sí se daban un pequeño abrazo y a veces también un beso ligero en la mejilla (casi como en México), pero la mayoría sólo se daba la mano al conocerse por primera vez (incluso entre hombres y mujeres). En las fiestas podía conocer a alguien y a veces no sabía a qué hora se había ido pues no se había despedido de mí. No era una obligación despedirse de todas las personas con las que habías hablado al ir a una fiesta.

A veces llegaba a algún lugar y tenía muchas ganas de saludar con un abrazo a un amigo o darle un beso en la mejilla a una buena amiga, pero me contenía pues no sabía si eso era un comportamiento adecuado en esa situación. Pensaba: "bueno, si para ellos eso es adecuado ahora entonces ellos también pueden tomar la iniciativa", pero al final ni ellos ni yo tomábamos la iniciativa.

Creo que, como aprendí en mi clase de Interculturalidad de la Especialización, la mejor parte de un intercambio intercultural, y la más difícil, en mi opinión, es poder equilibrar las costumbres del otro con las propias, y no simplemente dejarse llevar por lo que para la otra cultura "es correcto". Es importante también tomar nuestras propias decisiones sobre lo que se debe o no hacer, sin considerar la otra cultura como una imposición, sino como una puerta más, o una posibilidad, en la que también nosotros podamos decidir.

Recuerdo que una colega holandesa que había pasado una gran parte de su vida en el sur de Francia, en una fiesta nos saludó a todos con un abrazo. Eso me impactó mucho, pues yo pensaba que en esas culturas no se abrazaban mucho. Y para mí, el mexicano, sin embargo, era muy difícil llegar y abrazar a todos, pues estaba acostumbrado a hacer lo que yo veía que los demás hacían (y ellos casi no se abrazaban). Esto me dejó una clara enseñanza de cómo desarrollar una verdadera competencia intercultural a través del intercambio real de saberes y costumbres. Cuando nos integramos a otra cultura no debemos dejar de ser nosotros mismos. Creo que a veces, incluso, no debemos intentar estandarizar nuestro acento para ser igual a los otros, si no lo queremos así. Tenemos la posibilidad de siempre conservar una parte de nosotros y una parte de nuestra cultura, que es lo que nos va a hacer auténticos ante los demás.

En suma, mi estancia como practicante en la Universidad de Guelph me abrió muchas puertas para entender a los otros y entenderme a mí mismo en este mundo cada vez más globalizado, y que por lo tanto requiere también ser más intercultural. Estoy muy agradecido con la UNAM y con la Universidad de Guelph por haberme dado esta oportunidad.

* Estudiante mexicano de la Especialización en Enseñanza del Español como Lengua Extranjera,
CELE, CEPE, UNAM.

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Flores de Nieve, Revista de estudiantes y profesores de español

Año 17, Núm. 34
Junio de 2015
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