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México: Mis percepciones antes y ahora

Mark Moliterni*

Mi primera visita a la Ciudad de México fue en enero del 2018 por una semana y es un poco difícil para mí creer que vine de vacaciones y ahora estoy viviendo aquí con un esposo chilango.

No recuerdo bien el primer día, pero sí recuerdo que estaba un poco nervioso por venir, porque había estado viajando en Jalisco con mi novio de ese tiempo y él necesitaba regresar a California. Entonces yo vine a la Ciudad de México solo, después de que muchas personas me habían recomendado cuidarme porque era muy peligroso, aunque ninguno de ellos la había visitado en persona.

No tenía una idea clara de cómo sería la ciudad, pero me sorprendió mucho la cantidad de parques, árboles, museos y cafés muy lindos. ¡Y también me sorprendió cuánto me encantaban los tacos! Nunca había comido tacos tan ricos. Al crecer en Toronto, no estuve expuesto a la cultura mexicana ni a la comida y solo estaba empezando a conocerlas después de mudarme a Los Ángeles. La verdad es que después de una semana me enamoré de la ciudad y escribí un guion para un corto que se llama Sleeping Dogs Lie, ambientado aquí.

Regresé a CDMX casi ocho meses después para grabarlo con un equipo de locales y formé amistades que todavía continúan. El producto final tiene sus problemas, pero la cosa más chida es que mi actor principal fue Diego Calva. Él es un gran talento que siempre supo que sería una gran estrella y este diciembre estrenará su próxima película, Babylon. ¡Él es el personaje principal, al lado de Brad Pitt y Margot Robbie y el director es Damien Chazelle de La La Land y Whiplash! De todas formas, hacer mi corto aquí fue una gran experiencia que sólo profundizó mi conexión con esta ciudad, aunque en ese tiempo todavía tenía una percepción un poco demasiado romántica. Ver la película Roma (que Cuarón estrenó aquel invierno) una y otra vez tampoco ayudó.

Mi tercera visita a CDMX sólo aumentó ese sentimiento de conexión, porque es cuando conocí a mi hoy esposo, Moisés. Qué curioso que nos hayamos encontrado en el campus de la UNAM y ahora yo esté estudiando aquí. Yo estaba visitando el MUAC y él estaba yendo a sus clases. Me llevó a ver la biblioteca y sentí aún más que era una ciudad muy mágica, llena de sorpresas que nunca encontraría solo como turista. Esa noche fuimos a bailar y el resto es-–como se dice (al menos en inglés)–- historia. La verdad es que estaba de visita con mis abuelos, pero en cuanto se iban a dormir cada noche, alrededor de las 20:30, me pasaba las noches de la semana con Moisés. Me enseñó muchas cosas y durante este viaje conocí por primera vez los panes de dulce, el MUNAL y el amor. ¿Existe una mejor manera de descubrir una ciudad?

El único problema fue que era febrero de 2020 y todos nuestros planes se transformaron, como los de todas las personas en el mundo. Tuve muchos “primeros días” en la ciudad durante los siguientes dos años en que visité a Moisés: uno llegando enfermo con Covid muy grave (sin saberlo), otro conociendo a su mamá por primera vez y finalmente otro para mudarme aquí después de nuestra boda.

Desde mi mudanza, he aprendido mucho más de la ciudad y la cultura mexicana, cosas que me encantan y cosas que me vuelven loco. Algo que me frustra de México es que siento que muchos mexicanos pueden ser muy burocráticos y hacer cumplir reglas que no tienen mucho sentido para mí. Esto es muy notable en el servicio a clientes, que es educado a menudo, pero no muy flexible ni  como en Estados Unidos. Otro problema de la CDMX que me preocupa mucho, y probablemente es lo peor, es la contaminación. Cuando regresamos a México este otoño, después de nuestra luna de miel, nos picaba la garganta solo unos minutos después de salir del aeropuerto a la calle. Conectado con el problema de la contaminación está el tráfico horrible y conductores y conductoras aún peores que se maquillan o juegan en sus celulares mientras manejan. Aún peor es si un conductor casi te choca por su culpa: va a actuar como si fuera tu error y no se disculpará. A veces me pregunto si no valoran la vida aquí tanto como en Canadá o Estados Unidos.

Aunque hay cosas que me molestan de México, solo necesito acordarme de mi primera noche con Moisés, cuando estuvimos en una cola para entrar a una fiesta. Delante de nosotros estaba un chico de Estados Unidos que se había mudado aquí y le pregunté mucho de su mudanza y cómo la hizo, porque era mi fantasía vivir aquí un día. Ahora es una realidad y a pesar del hecho que hay aspectos que extraño de Los Ángeles (California), hay muchas cosas que apreciar de México. Estoy aprendiendo un nuevo idioma. Puedo ir a casi cualquier lugar que me gusta en bici (volando entre todos los coches del tráfico). Puedo visitar una nueva exhibición en un museo cuando quiero. Y parece que casi cada ciertos meses hay una nueva fruta en el mercado que no sabía que existía: los chicozapotes, las chirimoyas, los mameyes. ¿Y qué tipo de vida habría tenido si nunca hubiera probado un mamey?

*Estudiante de Canadá del curso Taller de Crónica Literaria
CEPE-CU, UNAM, Ciudad de México


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