Reseñas, Cine y Literatura |
Adentro y afuera: Ficción y realidad en Birdman, película de Alejandro G. IñárrituHoracio Molano Nucamendi* |
El desconcierto con la cinta ganadora del Oscar 2015 empieza desde la toma de un hombre levitando mostrándonos la espalda. Se trata de una imagen sobrenatural con la cual se nos presenta al protagonista, Riggan Thomson (Michael Keaton), un actor que medita en su camerino antes de uno de los ensayos. El sonido de una videollamada interrumpe y nos ancla a la cotidianidad de una hija que es ayudante del padre famoso. Desde ese instante Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia) entra en un vaivén de lo interno y de lo externo. El teatro como espacio íntimo de reflexión se contrapone con la atmósfera urbana de Nueva York donde sus habitantes se pierden en el anonimato del trajín citadino. El espejo como medio de confrontación con el ser se subraya con un letrero en una de sus esquinas que dice: "Una cosa es una cosa, no lo que se dice de ella." Entonces, el reflejo del actor y del cartel de un antiguo filme, en que está caracterizado de superhéroe, entran en pugna. La voz de su consciencia lo ubica en una situación de precariedad presente y de gloria pasada. De encabezar elencos en Hollywood se ha convertido en actor-director de una obra con la cual quiere demostrar su valía artística. El peso de lo real lo encarna el productor quien obliga al protagonista a pensar en las decisiones prácticas para la buena aceptación de la temporada. Todo el ambiente tras bambalinas está trabajado detalladamente. Vemos cómo se incorpora un nuevo actor a la obra, Mike Shine (Edward Norton), con una trayectoria dramática reconocida por la crítica Tabitha Dickinson, que no desea más que desenmascarar a Riggan como la vieja celebridad que usurpa un lugar en Broadway; éste a su vez pone en tela de juicio el afán clasificatorio de ella, pues mediante etiquetas juzga todo sobre lo que escribe. El método realista del joven histrión se contrapone con el artificio del montaje; él desea tomar verdadero ginebra en escena, broncearse en una cámara de sol para tener el tono de piel necesario o usar un arma verdaderamente atemorizante en el final de la obra. El antagonismo de ambos actores contrapone a dos generaciones distintas. Sam (Emma Stone), la hija, exhibe la época posmoderna en que se encuentran. Ella es quien se preocupa por las redes sociales y hace ver al padre lo obsoleto de su propuesta escénica. No obstante, Iñárritu maneja ese contexto para cuestionar la naturaleza del entretenimiento actual en que para tener éxito se debe derramar sangre real en las representaciones teatrales. Ese fondo de los "realities" se hace presente en la función de estreno. Antes se exhibe la distorsión realizada por la prensa con la información sobre Thomson. Otro aspecto bien logrado de la historia es la necesidad humana de palabras de aliento para alcanzar los propósitos laborales. Desde una perspectiva de género, presenciamos cómo cala hondo el halago a Lesley (Naomi Watts) quien se siente afortunada por ser calificada como "hermosa y talentosa" por la autoridad masculina del montaje. En contraste, la pareja actual de Riggan se siente desvalorizada por esa falta de reconocimiento. Queda en evidencia cómo la autoestima depende de las reacciones ajenas. Encontramos en la ex esposa al personaje femenino de mayor compenetración con el protagonista. Se aclaran acciones de su pasado compartido y se revelan secretos de su relación. Ella es su apoyo más importante cuando se tiene que internar de emergencia en el hospital. La fragilidad humana es un asunto central en el desarrollo narrativo de la película y el guión resuelve con precisión todas las subtramas que se abren al interactuar los distintos personajes. En ese sentido funciona excelentemente la música explosiva que marca las transiciones narrativas con sus vibrantes percusiones. También el juego de abrir o cerrar puertas y ventanas da un ritmo de ese afuera y adentro de la historia. Ese ir y venir de lo real a lo ficticio se ejemplifica con ponerse y quitarse la peluca con la cual caracteriza al personaje teatral. El camerino como ese espacio personal en que se prepara alguien para entrar al mundo de ficción está permanentemente expuesto. Exploramos la desazón y angustias del líder de una puesta en escena. El manejo de la luz en la premiada fotografía de Emmanuel Lubezki remarca los primeros planos de estar en el escenario frente al público o los desplazamientos de espacios interiores, exteriores o intermedios, como ese balcón en que Sam se sienta para sentir la adrenalina de estar en las alturas. El sofoco de los dilemas personales se rompe con esa escena en que Riggan Thomson se queda en calzoncillos para rodear el teatro y regresar a escena desde la entrada de los espectadores. El planteamiento del tormento personal, que es indiferente a los demás al desconocerse sus causas, se juzga únicamente por las apariencias y se construye una escena burlesca. Esas tensiones entre individuos y sociedad conforman la trama de esta película ganadora también por su guión original. * Profesor de Literatura |
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