Dos países, dos continentes, dos mundos
Eric Schiller
De todos los países que he visitado, si se me pregunta cuáles son mis favoritos en África y en América Latina, responderé que en África, Marruecos, y en América Latina, Costa Rica. Para mí, las semejanzas y las diferencias entre estos dos países son muy intrigantes.
Dentro de las similitudes puedo mencionar el sistema político. Costa Rica tiene una verdadera democracia y Marruecos es uno de los países mas democráticos en África, aunque hay limitaciones en cuanto a la libertad política en este país. En ambos países hay una inquietud sobre el estado del medio ambiente, es decir, la gente está tratando de proteger y desarrollar sus recursos naturales de una manera sostenible. El papel de la mujer en ambos países está bastante avanzado.
Ambos países no son muy ricos en recursos materiales (por ejemplo, petróleo, metales etc.), pero ambos son muy ricos en recursos humanos. Finalmente, ambos países están cerca de países fuertes e industrializados (Marruecos está cerca de Europa y Costa Rica está cerca de America del Norte y tiene vínculos comerciales estrechos con Estados Unidos y Canadá.
Entre las diferencias, se puede mencionar el clima. Marruecos tiene un clima muy seco, y, en contraste Costa Rica tiene abundancia de agua. Otra diferencia es que mientras Costa Rica no tiene ejército, Marruecos está actualmente luchando en el Sahara del Oeste por obtener tierras que estuvieron bajo el control de Mauritania en el pasado.
Para ilustrar mis impresiones de estos dos países, quiero contar dos experiencias de mis visitas allá.
Durante mi última visita a Marruecos, viajaba en el tren a todas partes. Un día, el tren estaba de retraso y comencé a hablar con una mujer, que estaba también esperándolo. Era madre de tres hijas e iba en la misma dirección que yo. Al entrar en el tren, nos sentamos en un departamento con otras cuatro personas. Increíblemente, en unos minutos todo este grupo, que no se había conocido antes, empezó a hablar entre sí sobre temas muy transcendentales como, por ejemplo, el papel de la mujer en la sociedad, el divorcio, y otros problemas muy personales.
Noté que en Canada sería muy raro que un grupo desconocido empezara a hablar sobre estos temas en un tren. En ese momento una mujer que acababa de divorciarse de su marido porque ella no podía tener hijos, me dijo: "Nosotros no tenemos siquiatras, y por eso debemos solucionar nuestros problemas juntos en grupos".
A la postre, después de arribar a nuestro destino, mi nueva amiga, Fátima, me invitó a su casa a pasar la noche con su marido y sus tres hijas. El hecho de que ella pudiera invitarme a su casa sin consultar con su marido de antemano, me dice mucho sobre el papel de la mujer en este bonito país de áfrica que se llama Marruecos.
En Costa Rica también viví con una familia y sus cuatro hijos, tres hijas y un varón. Estaba en Costa Rica para preparar el trabajo de nuestros estudiantes canadienses, que iban a trabajar en el pueblo de Atenas, ubicado bastante cerca de San José, la ciudad capital. Lo que me impresionó de esta familia fue su hospitalidad y el papel tan avanzado de las mujeres. Dos de las hijas estudiaban para ser ingenieras. Actualmente, ambas han terminado sus estudios y son ingenieras en funciones.
La hospitalidad de la familia queda de manifiesto en el hecho que me dio un dormitorio, mientras sus hijos debían dormir juntos en otras habitaciones de la casa. Además, la familia me llevó a excursiones para ver la magnífica naturaleza de Costa Rica.