Consecuencias imprevistas
Volker (Phil) Feuerstack*
El concepto de consecuencias inesperadas, no deseadas, imprevistas, fue desarrollado en el último siglo en el campo de la ciencia de la economía por Adam Smith, Robert K Merton y otros científicos de las ciencias de la economía y la sociología. Ellos hicieron un estudio riguroso con causas, definiciones, rúbricas y categorías de efectos, etcétera.
Pero este estudio formal es un poco aburrido. Ahora el término ha sido adoptado en el idioma de cada día con un sentido similar a la “ley” de Murphy. No es una ley natural en realidad, sino un fenómeno que se da con frecuencia. En suma, cada acción con propósito en un sistema complejo produce efectos imprevistos de aquellos para los cuales había sido hecha la intervención.
Este concepto se usa mucho en la política, las leyes y reglamentos y los programas de la burocracia para echarles la culpa a otras entidades o para burlarse de ellas. El ejemplo clásico es una desviación construida para evitar la congestión de tráfico. Esta atrae un nuevo desarrollo de construcciones con su propio tráfico, dando por resultado dos calles congestionadas en lugar de una.
Esta ley se cumple siempre y por todos lados. Algunos efectos pueden ser conocidos: por ejemplo, los efectos secundarios de los medicamentos. Hay otros que podrían ser conocidos, pero no lo son: por ejemplo, la prohibición del alcohol o la guerra contra las drogas, que no son efectivas, sino que resultan en delincuencia organizada. Pero en la mayoría de los casos los efectos no son conocidos y no pueden ser conocidos de antemano por nadie. La tercera categoría es la más interesante y sobre ella explicamos más ejemplos a continuación.
Los efectos pueden ser beneficiosos, totalmente diferentes o pueden funcionar al contrario de lo deseado. Con frecuencia estos efectos o consecuencias imprevistas pueden superar los resultados planificados.
Ejemplos de consecuencias beneficiosas:
● El cólera: en Londres, en el siglo XIX, se construyeron alcantarillas para eliminar el mal olor. En consecuencia, también se redujeron muchas enfermedades cuyas causas todavía no habían sido entendidas, como el cólera.
● Campos de minas: muchas zonas desmilitarizadas, como campos de minas, se han convertido a santuarios de pájaros, ya que ellos no son suficientemente pesados para activar las minas.
Pero lo que es más interesante es cuando los efectos no son solo inesperados sino no deseados y producen el efecto contrario. Veamos algunos ejemplos.
● Muchos países: Canadá, Estados Unidos, Sudáfrica y otros, han creado corredores de vida silvestre para unir “islas” de hábitat silvestre. A menudo son grandes y amplias franjas de terreno que permiten a los animales moverse por el territorio que necesitan. Sin embargo, a veces puede ser sólo un estrecho puente sobre una carretera o un paso subterráneo. Los animales que necesitan deambular han aprendido dónde están, pero también lo han hecho sus depredadores. Los lobos y los osos sólo necesitan esperar en el corredor para capturar a sus presas. Por un lado, estos corredores facilitan la supervivencia de los animales rumiantes; por el otro, han creado un peligro.
● China: en China, en el siglo XIX, los paleontólogos pagaban una recompensa a los campesinos por cada fósil de dinosaurio encontrado, hasta que se enteraron de que si los campesinos hallaban un hueso lo rompían en tres o cuatro pedazos para recoger múltiples recompensas.
● Australia: la introducción de sapos de caña. Para combatir problemas con los insectos, la industria azucarera introdujo sapos de caña. Esta intervención no solo tuvo poco éxito, sino que, como los sapos no tenían depredadores naturales, llegaron a ser una plaga. Una cosa similar ha ocurrido con los conejos en ese mismo continente.
● Alemania: frenos antibloqueos. Hace unos años, en la ciudad de Munich, se realizó un experimento de frenos antibloqueos (ABS) para evaluar su eficacia. La mitad de la flota de taxis tenía frenos antibloqueo y la otra mitad no. Se encontró que no había una diferencia en la tasa de accidentes (o, en realidad, los coches con ABS tenían más accidentes, pero no era estadísticamente significativo). Una investigación más profunda encontró que los conductores de taxis con ABS conducían más rápido, más cerca de los coches delante y asumían más riesgos. En este caso, la consecuencia no era peor que la esperada, sino que solo no mejoró la situación. Este experimento llevó a un nuevo campo de estudio y a una nueva teoría de la "homeostasis del riesgo”, esto es, cuando una innovación reduce el riesgo, el comportamiento tiende a volverse más arriesgado, manteniendo el riesgo real igual.
● Barbara Streisand: en 2003 un fotógrafo (Kenneth Adelman) publicó un libro de 12,000 fotos mostrando la erosión costera de California. El libro contenía una foto de la casa de Barbara Streisand, quien lo demandó por invasión de privacidad y pidió que la foto fuera eliminada. Hasta este momento la imagen había sido descargada solo 6 veces, pero el juicio generó publicidad y 420,000 personas visitaron el sitio web. La demanda fue desestimada. Ese fenómeno, cuando algo poco interesante genera más interés y más publicidad por causa de un intento de quitarlo o censurarlo, ha llegado a ser llamado “el efecto Streisand”.
● Estados Unidos: un ejemplo famoso un poco más moderno es el del derrame de petróleo del barco Exxon Valdez (nombre compuesto formado por las palabras Exxon, empresa petrolera estadounidense propietaria del barco, y Valdez, nombre del puerto con el que operaba). En consecuencia, muchos estados costeros promulgaron leyes para que los buques petroleros tuvieran que aceptar responsabilidad financiera. Ninguna empresa quería aceptar responsabilidad ilimitada si era posible evitarla. En consecuencia, las empresas petroleras empezaron a contratar barcos independientes en lugar de usar sus propios barcos. El resultado fue que las entregas de petróleo se hicieron con barcos agujereados de empresas de mala reputación, con seguro dudoso. El efecto final fue un aumento del riesgo de un derrame y una disminución de la probabilidad de obtener alguna recompensa. En cierto sentido, el derrame de petróleo de Exxon Valdez fue una consecuencia inesperada de la invención del motor. Nadie podría haberlo predicho en el siglo XIX.
Al día de hoy todos nuestros problemas mayores son por consecuencias imprevistas. Hace unos 150 años había unas maravillosas invenciones: trenes, el motor de combustión interna y, más tarde, aviones. Poco después la industria petrolera aprendió a fabricar plásticos, bolsas de plástico. En ese momento esas invenciones eran maravillosas, progresistas. Después de poco tiempo de desarrollo, estas bolsas permitieron el viaje fácil, la importación de frutas de Chile a Canadá, de naranjas de Sudáfrica a Finlandia, de algodón muy barato de India para hacer camisetas en América y Asia. Las invenciones han logrado progreso de la civilización humana enormemente. Al inicio nadie hubiera podido predecir una red de carreteras alrededor del mundo, gasolineras en cada esquina, la contaminación del aire y de los océanos, el calentamiento global. Fueron maravillosas invenciones en su tiempo, pero tuvieron consecuencias imprevistas.
Lo que me ha atraído de este fenómeno es que hay un elemento de ironía o paradoja. Es como si el universo se estuviera riendo de nosotros y nuestros esfuerzos débiles e ignorantes, o como si los dioses se burlaran de nuestros intentos de controlar nuestro entorno. Parece que todavía no hemos entendido cómo funciona el universo. Me parece igual a un drama griego antiguo, en el que un pequeño defecto, una imperfección mínima (es decir, el ser humano) podía resultar en la caída, la catástrofe, la tragedia. Hay acciones con buenas intenciones cuyos efectos finales no podemos predecir.
Este fenómeno está vinculado a la teoría del caos y del “efecto mariposa” que afirma que el batir de las alas de una mariposa en Asia puede resultar en una tormenta en América. A veces las cosas siguen como se habían planificado, hasta llegar a un punto de giro, cuando toman una dirección imprevista.
Quién sabe cuáles serán los resultados de nuestras actividades actuales en el medio ambiente, en los vuelos espaciales, las políticas, las invenciones, la fabricación.
Para mí no es una cuestión de desesperación, sino de mantenerse humilde. No podemos controlar el universo. Nadie puede predecir la salida, el resultado final de nuestras acciones. Hagamos lo que podamos, pero no nos volvamos arrogantes, pensando que podemos arreglar todo. Quizás no hay soluciones como tal, solo maneras de manejar las cosas durante un corto tiempo.
*Estudiante de Canadá del curso de Redacción
UNAM-Canadá, Gatineau, Quebec
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