Bajo la cascada
David Lecona*
Bajo la cascada
siento el pulso vibrante
el próspero vaivén
que a la tristeza acompaña.
Bajo la cascada
ojos cerrados, encerrados
en un abismo de finos cristales
que me abraza.
Bajo la cascada
de un lago escondido
marejada sin fin
desaparezco.
Bajo la cascada
que no me toca
ni me ahoga
ni me mata
bajo la cascada
esplendorosa
de mis lágrimas.