¿Recuerdas
a ella?, la que viajó a la tierra de ensueño y se vio envuelta en una tormenta de arena, sí, la que no parecía poder abandonar su maleta llena de arena, la cual era muy pesada y no la dejaba continuar hacia delante, pues ella descubrió que la densa carga eran pesados recuerdos de un ayer que sólo tenía que desechar, porque entre esas memorias estaba la de un hombre que no valía la pena ni nombrar, sobre todo si ya no le inspiraba ninguna clase de sentimientos.
Ella estaba convencida de que el tiempo y la distancia son las verdaderas terapias de un corazón que ha enfermado de soledad y que la soledad no se cura tras de una sonrisa falsa y mucho menos si se ha observado en esos ojos una mirada cazadora, así que el primer paso que tuvo que dar fue dejar a quien le hacía daño y el segundo, estar consciente de que le llevaría un tiempo desintoxicar el alma.
Un buen día se despertó liberada de la tristeza y del dolor por lo que le dio gracias a Dios a través de sus breves plegarias. Al final ella se prometió que ese viejo fantasma no volvería a dominar sus emociones, ya que comprendió que no es débil quien abandona una tierra, sino él que se queda y pierde el control del otro.
|
|