Teatro en las calles europeas: Sibiu, 2007
Maria-Dora Bucur Sales*
Sibiu
es una ciudad encantadora que se encuentra en el sur de Transilvania, muy cerca
del centro geográfico de Rumania. Con una importante comunidad de origen
alemana, la ciudad conoció un periodo de florecimiento en la Edad Media, cuando
el comercio y los gremios levantaron la economía de esta ciudad. La parte [antigua] de Sibiu conserva todavía los
callejones, los edificios e iglesias construidas en los siglos XIV a XVII, como
si nada hubiera cambiado desde entonces.
Ya es una tradición que esta ciudad se convierta una
vez al año en un verdadero centro cultural de Europa, principalmente por el
festival internacional de teatro que tiene lugar ahí a finales de mayo. Voy a
compartir con ustedes mis impresiones, así como un pequeño relato de la
decimocuarta edición del Festival Internacional de Teatro, Sibiu 2007, que se
celebró del 24 de mayo al 3 junio.
Por un periodo de diez días, invitados y participantes
de todo el mundo llegan a Sibiu, como en un intento colectivo inconsciente de
hacerlo revivir sus días de gloria una vez más. Los eventos culturales tienen
lugar cada 30 minutos en diferentes partes de la ciudad. Entre tantas
exposiciones, talleres, conciertos, conferencias y espectáculos de baile, el
teatro tiene el puesto de honor. Definitivamente, el teatro es el favorito y el
consentido del festival y atrae artistas de renombre de todos los continentes.
El festival tiene de todo: las nuevas tendencias se ven reflejadas por obras de
teatro que todavía están rodeadas de controversia, cómo la escrita por la
autora inglesa Sarah Kane (Purificación), con sus mensajes fuertes e imágenes
perturbadoras y escalofriantes al mismo tiempo, o la obra de Viktor Erofeev (Mi
vida con un idiota) dirigida por Andriy Zholdak, que explotó de una manera casi
despótica la energía de los actores que interpretaban esta función. Sin
embargo, las nuevas tendencias se complementaron de una manera feliz con las
producciones de los textos clásicos, como los de Shakespeare- El sueño de una
noche de verano o La gaviota (de A.P. Chéjov). Afuera de las salas de teatro,
los conciertos hacían la "música" del festival (gitana, cubana, clásica, rock,
etcétera).
Aparte de las áreas convencionales de las salas de
teatro, la "acción" se desarrollaba en los espacios alternativos (iglesias,
castillos medievales, museos, patios...). Uno de los espectáculos que más me
gustó tuvo lugar en una fábrica abandonada en las afueras de Sibiu (SIMIROM),
que fue construida hace unas décadas en los tiempos de la industrialización
forzada de Rumania y que igual que muchas otras fábricas se encuentra ahora
abandonada como un recordatorio de esa época. Durante el festival esta locación
tan extraña se convirtió en un espacio alternativo para la presentación de la
Trilogía judía. El frío de un espacio abandonado y el hueco que me dejó este
lugar hizo que las remembranzas de las tragedias del Holocausto se volvieran
más auténticas y que el propósito artístico de este espectáculo maratónico en
tres partes lograra su meta.
Si la fábrica les parece poco, qué decir de una obra
de teatro que tuvo lugar en un tranvía? Un tranvía llamado Popescu fue una obra
de teatro encantadora que utilizó el texto poético del escritor rumano Cristian
Popescu. Un tranvía viejo se convierte en el espacio para este viaje que evoca
una boda o el viaje de la vida. Viajamos juntos con los actores que nos
invitaron a tomar un lugar entre los asientos y así, con el ritmo saltarín del
tranvía llegamos al pueblo de Rasinari. Con las caras fantasmales, pintadas de
blanco, los miembros de la familia Popescu nos cuentan sus amores, desamores,
tristezas y alegrías.
Al final del
viaje, se despidieron todos de nosotros como en una fotografía de grupo,
enfrente del cementerio local de Sibiu, el lugar donde acaba el viaje de todos
nosotros, el viaje de la vida.
Al anochecer, la plaza grande de la ciudad histórica
de Sibiu se convertía en un gran escenario al aire libre para las producciones
espectaculares de teatro en la calle. Lo que fascina es la magnitud de estas
producciones, que utilizan a menudo fuegos artificiales y grandes e
impresionantes instalaciones. El espectáculo Toro de Francia inundó con luz,
música y bailes flamencos la plaza grande de Sibiu. La gente siguió el "toro"
por la plaza, cómo en una procesión, donde era venerado. Imagínense también ver
un ficticio barco Titanic hundirse en el agua, en la plaza de Sibiu, en el
último día del festival. Los fuegos artificiales lanzados por la tripulación
anunciaron el inminente hundimiento del famoso barco y por qué no, el final de
la decimocuarta edición del Festival Internacional de teatro.
Aun más, Sibiu fue nombrado la ciudad cultural europea
para el año 2007, de hecho un año muy importante para Rumania, pues se
convirtió ya en miembro de la Unión Europea. Durante todo este año, varios
otros festivales (de jazz, de cine, entre otros) se "apoderaron" de este lugar,
pero me atrevería a decir que ninguno lo hizo con tanta fuerza y efusión como
el Festival de Teatro, un veterano ya en estas partes.
Al final, esperamos que pronto podamos llevar un
"pedacito" del teatro mexicano contemporáneo a la siguiente edición del
festival en 2008, para dar a conocer allí algunos de los artistas importantes
de México.
*Ex estudiante rumana de Español y Teatro
CEPE-CU, UNAM, México, D.F.
mariadora2004@yahoo.co.uk