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Revista electrónica editada por estudiantes y profesores de español de:
Flores de Nieve, Centro de Enseñanza para Extranjeros UNAM

Cuentos, poemas, creaciones

La historia del hámster

por Jacqueline Casasnovas*

Fotografía:

Queridos Mamá y Papá,

Espero que estén bien. Yo sé que hace mucho tiempo que no hablo con ustedes; es que..., pues, mi vida se ha puesto un poquito complicada recientemente...

Lo bueno es que hace algunas semanas compramos una nueva mascota, un hámster. Es muy bonito: gris, con una línea de pelo negro en la espalda, tiene ojos pequeños, negros y brillantes, y una cola muy corta, no larga como la de una rata. La verdad es que habíamos querido comprar los dos hámsteres que tenían en la tienda de animales para que ninguno de ellos estuviera solo, pero un empleado nos dijo que no son animales muy sociales y que prefieren estar solos.

Después de comprar solamente un hámster, hicimos un poco de investigación. Leímos en un libro que a la raza de hámster que compramos NO le gusta estar solo. ¡El empleado se había equivocado! Había perdido la oportunidad de hacer más dinero para su compañía. ¡Qué empleado tan ignorante! No merece su sueldo.

Empezamos a preocuparnos por la salud mental no sólo de nuestra nueva mascota, sino también por el que habíamos dejado solo en la tienda de mascotas. ¡Qué pena! ¡Los pobres animalitos! Teníamos que hacer algo - la situación era desesperada. Yo pensaba en un plan: volvería a la tienda de mascotas para rescatar al hámster solo y lo traería a nuestra casa para vivir con nuestro hámster. ¡Sería una misión de misericordia!

Intenté realizar mi plan el jueves pasado. Fui a la tienda de mascotas, y cuando nadie me miraba, abrí la puerta del la jaula, metí la mano, y saqué el hámster. ¡Qué triunfo! ¡Qué justicia! Puse el animal en mi bolsillo, y dejé abierta la puerta de la jaula para que los empleados pensaran que el hámster se había escapado por si solo.

Caminé por la tienda con la mano en el bolsillo, para calmar al hámster, pero cuando saqué la mano para abrir la puerta, el hámster saltó del bolsillo y aterrizó en el suelo. Yo intenté agarrarlo pronto, pero algunas clientas lo vieron y empezaron a gritar y saltar, pensando que era un ratón. El hámster se asustó por el ruido y se escabulló debajo de un estante. Yo empezaba a gatear en el suelo para hallarlo, cuando choqué contra dos pares de zapatos negros bien pulidos. Miré hacia arriba y vi a dos policías con un par de esposas. Me levantaron del suelo bruscamente, me esposaron, y me acusaron de robar el animal. Les expliqué que no había robado el animal, sino que el empleado estúpido nos habían robado la oportunidad de tener otra mascota. "¡Él es el que debe ser detenido, o por lo menos, despedido - no yo!" grité. También les dije que yo quería rescatarlo, que yo estaba haciendo algo misericordioso por el bienestar de los dos hámsteres. Los policías no me hicieron caso y me subieron a la patrulla de policía.

Me llevaron a la cárcel, donde estoy ahora. ¡No sé que pasó con el hámster asustado en la tienda! ¡Espero que nadie lo pise! Tal vez vaya a morir de hambre si nadie puede atraparlo y devolverlo a su jaula. ¡Pobrecito! Y ahora que yo estoy en la cárcel, ¿qué va a pasar con mi pobre esposo y nuestra querida mascota nueva? Ellos están solos, abandonados... No sé por cuánto tiempo me dejarán aquí... No sé cuándo los veré a ustedes otra vez.... Siento mucho causarles esta vergüenza, pero todavía creo que lo que hice fue justo y correcto. No les pido ni que estén de acuerdo conmigo, ni que intenten sacarme de aquí. Sólo les pido que,...cuando vean a un hámster, piensen en mí.

Con mucho cariño,

Jacquie

* Estudiante de Nivel Avanzado
Escuela de Extensión en Chicago-UNAM, EUA
Jacqueline Casasnovas

Flores de Nieve, Centro de Enseñanza para Extranjeros UNAM

CEPE-UNAM