La historia del hámster
por Jacqueline
Casasnovas*
Queridos Mamá y Papá,
Espero que
estén bien. Yo sé que hace mucho tiempo que no hablo con ustedes; es
que..., pues, mi vida se ha puesto un poquito complicada recientemente...
Lo bueno es que hace algunas semanas compramos
una nueva mascota, un hámster. Es muy bonito: gris, con una línea de pelo negro
en la espalda, tiene ojos pequeños, negros y brillantes, y una cola muy corta,
no larga como la de una rata. La verdad es que habíamos querido comprar los dos
hámsteres que tenían en la tienda de animales para que ninguno de ellos
estuviera solo, pero un empleado nos dijo que no son animales muy sociales y
que prefieren estar solos.
Después de
comprar solamente un hámster, hicimos un poco de investigación. Leímos en un libro que a la raza de hámster que compramos NO le gusta estar
solo. ¡El empleado se había equivocado! Había perdido la oportunidad de hacer más dinero para su compañía. ¡Qué empleado tan ignorante! No merece su sueldo.
Empezamos a preocuparnos por la salud
mental no sólo de nuestra nueva mascota, sino también por el que habíamos
dejado solo en la tienda de mascotas. ¡Qué pena! ¡Los pobres animalitos!
Teníamos que hacer algo - la situación era desesperada. Yo pensaba en un plan:
volvería a la tienda de mascotas para rescatar al hámster solo y lo traería a
nuestra casa para vivir con nuestro hámster. ¡Sería una misión de misericordia!
Intenté realizar mi plan el jueves
pasado. Fui a la tienda de mascotas, y
cuando nadie me miraba, abrí la puerta del la jaula, metí la mano, y saqué el
hámster. ¡Qué triunfo! ¡Qué justicia! Puse el animal en mi
bolsillo, y dejé abierta la puerta de la jaula para que los empleados pensaran
que el hámster se había escapado por si solo.
Caminé por la
tienda con la mano en el bolsillo, para calmar al hámster, pero cuando saqué la
mano para abrir la puerta, el hámster saltó del bolsillo y aterrizó en el
suelo. Yo intenté agarrarlo pronto, pero algunas clientas lo
vieron y empezaron a gritar y saltar, pensando que era un ratón. El hámster se
asustó por el ruido y se escabulló debajo de un estante. Yo empezaba a gatear
en el suelo para hallarlo, cuando choqué contra dos pares de zapatos negros
bien pulidos. Miré hacia arriba y vi a dos policías con un par de esposas. Me
levantaron del suelo bruscamente, me esposaron, y me acusaron de robar el
animal. Les expliqué que no había robado el animal, sino que el empleado
estúpido nos habían robado la oportunidad de tener otra mascota. "¡Él es el que
debe ser detenido, o por lo menos, despedido - no yo!" grité. También les dije que yo quería rescatarlo, que yo estaba
haciendo algo misericordioso por el bienestar de los dos hámsteres. Los
policías no me hicieron caso y me subieron a la patrulla de policía.
Me llevaron a
la cárcel, donde estoy ahora. ¡No sé que pasó con el hámster asustado en la
tienda! ¡Espero que nadie lo pise! Tal vez vaya a morir de hambre
si nadie puede atraparlo y devolverlo a su jaula. ¡Pobrecito! Y ahora que yo estoy en la cárcel, ¿qué va a pasar con mi
pobre esposo y nuestra querida mascota nueva? Ellos están
solos, abandonados... No sé por cuánto tiempo me dejarán aquí... No sé cuándo los
veré a ustedes otra vez.... Siento mucho causarles esta vergüenza, pero todavía
creo que lo que hice fue justo y correcto. No les pido ni que estén de acuerdo
conmigo, ni que intenten sacarme de aquí. Sólo les pido que,...cuando vean a un
hámster, piensen en mí.
Con mucho cariño,
Jacquie
* Estudiante de Nivel Avanzado
Escuela de Extensión en Chicago-UNAM, EUA
Jacqueline
Casasnovas