Historia |
Hacia la Independencia II. |
I. El Regreso de Fernando VII a
España. Regreso de Fernando VII a España. 1812 es el año de inicio del declive de la presencia
francesa en España: Napoleón Bonaparte, tuvo que sacar un buen número de tropas
del territorio ibérico para enfrentar un contraataque ruso y la sublevación de
varios principados alemanes. Arthur Wellesley, Duque de Wellington (1769-1852)
asumió el mando de las fuerzas aliadas en la Península Ibérica; sus tropas, conformadas
por soldados británicos, portugueses y en menor número españoles, lograron
derrotar a José I en la batalla de Arapiles, en la cual los aliados pudieron
acorralar a las fuerzas galas, que se batieron en retirada. Dos años de guerra y de guerrillas dejaron a España
dividida en dos sectores, una España absolutista, partidaria del retorno del rey
"deseado", Fernando VII, y otra liberal, defensora de las libertades reflejadas
en la Constitución de Cádiz. La Nueva España era victima de las fuerzas realistas
encabezadas por el Virrey Venegas, quien se opuso a poner en práctica la
Constitución de Cádiz de 1812, pues dicha carta lo relegaba a ser sólo jefe político de
la provincia de México. Para demostrar su poder, ordenó la suspensión de la
libertad de prensa, anuló las elecciones municipales de 1812 y encarceló a
presuntos colaboradores de la insurgencia que continuaba en el sur del país. No
obstante, en otras provincias sí se acató la Carta Magna. El 4 de mayo de 1813
Venegas fue sustituido por el General Francisco Javier Venegas. El nuevo virrey reemprendió las elecciones
municipales en 1813, en las cuales fueron electos nuevos diputados para la
siguiente legislatura de las Cortes, que se vieron afectadas por la insurgencia
de Morelos y por el decreto del 4 de Mayo de 1814 del Rey de España, el cual
clausuraba el régimen constitucionalista. Liberado Fernando VII de su cautiverio de Valençay, preparó
su retorno, y el 22 de marzo de 1814 entró a España con la espada desenvainada.
Su primera intención fue la de lograr adhesiones entre los nobles y los sectores
adinerados para preparar un golpe de Estado absolutista; posteriormente hizo
publicar un decreto preparado por 69 diputados de las Cortes, el "Manifiesto de
los Persas", por el cual se denunciaba a las Cortes y naturalmente derogaba la
Constitución de Cádiz de 1812. En pocas semanas Fernando VII restauró el absolutismo así como el Consejo de Castilla; el
Consejo de Cámara; el Consejo de Indias; el Consejo de la Inquisición; y otras
instituciones claves de su administración. Sin embargo, la situación económica
era difícil: con la crisis de la Real Hacienda, España tendría que negociar una
deuda estimada en 1814 en 11, 568 millones de reales. Los procesos de independencia en los territorios
americanos supusieron para la metrópoli perder una fuente de ingresos vitales.
Ya no dispondría la corona de préstamos ni contribuciones para reparar el
crédito de la real hacienda. De consolidarse la libertad de los reinos de
ultramar, ya no se dispondría de los cargamentos de plata que llegaban desde la
Nueva España o del Perú. Ante ello, los gobiernos de Fernando VII trataron de
impulsar diversas reformas fiscales, pero fracasaron, en vista de lo cual
intentaron lograr el apoyo de otras potencias europeas para diseñar una
estrategia de "reconquista" de los reinos en América. II. El Levantamiento de Riego. Las medidas fiscales provocaron un gran malestar
social, pues cayeron en el tercer estado
es decir, en el pueblo. Los problemas financieros demoraron la concentración y
el envío de tropas que se encontraban en el Puerto de Cádiz hacia América; los
oficiales encargados de esta operación eran, en un gran porcentaje, de
tendencias liberales y, afectados por el absolutismo, hicieron estallar un
levantamiento encabezado por el coronel Rafael Riego, quien proclamó la
restauración de la Constitución de Cádiz de 1812 en Cabezas de San Juan. "Las órdenes de un rey
ingrato que asfixiaba a su pueblo con onerosos impuestos, intentaba además
llevar los miles de jóvenes a una guerra estéril sumiendo en la miseria y el
luto a sus familias. Ante esta situación, he resuelto negar obediencia a esa
inicua orden, y declarar la Constitución de Cádiz de 1812 como válida para salvar la
patria y para apaciguar a nuestros hermanos de América, y hacer felices a
nuestros compatriotas. ¡Viva la Constitución!" Riego. Después de tres meses de lucha, Riego logró la
adhesión de otros regimientos, así como el apoyo de las autoridades de ciudades
liberales; como la Coruña, Zaragoza, Barcelona, Valencia Cádiz y otras. Dichas
urbes constituyeron juntas soberanas que votaron por el restablecimiento de la
Constitución de Cádiz de 1812. El movimiento logró que Fernando VII jurara otra vez la
constitución y que derogara el absolutismo. En Madrid, la vida política volvió
a un periodo de libertad; se abolió la inquisición, se liberó a los presos
políticos, la libertad de prensa, se permitió el regreso de los exiliados, la
reposición de los ayuntamientos constitucionales, entre otras medidas. Se volvieron a instalar las Cortes, que volvieron a
sesionar el 9 de julio de 1820. La participación de los diputados novohispanos
en la Primera Sesión Legislativa fue
notoria. Sin embargo, no pudieron presentar todas sus proposiciones debido a
los eventos políticos y militares en la Nueva España, pues llegaron noticias
del Tratado de Córdoba, que afirmaba ya una independencia y, por lo tanto,
todas las reformas autonomistas presentadas en las Cortes por la Nueva España
fueron rechazadas. En la Nueva España, el Restablecimiento Constitucional
de 1812, no fue bien visto; para los españoles, se convirtió en un factor de
división y conflictos, lo que explica la posterior formación de los grupos iturbidistas,
quienes pronto se unieron a los criollos al ver peligrar sus intereses. Para la
Iglesia, la Constitución suponía una amenaza a sus privilegios y a sus fueros,
así que el Virrey Venegas intentó retardar y evitar el juramento a la
Constitución. Durante el mes de mayo de 1820, en la Iglesia de
Profesa se reunieron grupos de inconformes con la Constitución que decidieron
impedir su aplicación en la Nueva España. Los conspiradores españoles pretendieron
ofrecer asilo a Fernando VII en México y protegerlo contra las acciones de los constitucionales,
asegurándole un trono en un reino en el cual la Constitución no sería puesta en
práctica. Hubo varios proyectos que intentaron salvar el absolutismo,
ya no tanto en la Península, sino principalmente en la Nueva España. Para ello,
los peninsulares recurrieron a una figura militar que les apoyara en su intento,
y decidieron llamar al Coronel Agustín de Iturbide. Sin embargo, a los pocos
días el Virrey tuvo que jurar la Constitución y las conjuras quedaron en el
olvido. III.- Los cien mil hijos de San
Luis. Fernando VII recurrió nuevamente a las potencias absolutistas
europeas para acabar con el liberalismo español: reunidos en el Congreso de Verona
en octubre de 1822, los soberanos de la Santa Alianza (Prusia, Austria y Rusia)
confiaron a Francia la tarea de sofocar el movimiento revolucionario en España.
Encabezados por el Duque de Angulema, el ejército francés conocido como "los
cien mil hijos de San Luis" atravesó la frontera española en 1823 Rafael Riego, como general en jefe del Tercer Real Ejército de Operaciones
(Andalucía), enfrentó a los "Hijos de San Luis", pero fue derrotado en Jaén. La
traición de sus compañeros llegó pronto: el General Ballestero reconoció a la
Regencia impuesta por el Rey y con ello el poder de Riego se desmoronó. Al
intentar huir junto a algunos oficiales, fueron todos delatados en el camino,
acorralados por las autoridades civiles y religiosas del Ayuntamiento de Arquillos
y tomados prisioneros. Trasladado a Madrid y juzgado por haber votado en las Cortes la
deposición temporal de Fernando VII, Riego fue condenado a muerte como reo
de alta traición y lesa majestad y ejecutado en la plaza de la Cebada de
Madrid el 7 de noviembre de 1823, entre los insultos y el escarnio de la
multitud que antes le había aclamado. El levantamiento de Rafael Riego representó una coyuntura vital en los
eventos políticos y militares de la América española; representó un lapso para la
consolidación de los movimientos independentistas y retardó los intentos de
"reconquista", dando oportunidad de declarar la separación de los principales
reinos americanos del imperio español, el cual sólo conservaría Cuba, Puerto
Rico y Filipinas. España se vería marginada en la expansión colonial europea
sobre los territorios africanos y asiáticos. Se había convertido en una
potencia de tercera división. Rafael Riego, representó la tenacidad del pueblo
español por conservar sus libertades. Fue necesaria la presencia de las fuerzas
absolutistas para detener a la España liberal, que continuaría luchando por
integrarse al consenso de los países del siglo XX. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA. Casals, Xavier. "El Reinado de José Bonaparte" Clío. Revista de Historia. Madrid. Año VII, número 79. Mayo 2008. De Zavala, Lorenzo. Umbral de la Independencia. Empresas Editoriales, S.A. México. 1949. Del Hierro Queralt, María del Pilar. "La España de Goya: Retrato de un país convulso" Historia y Vida, Madrid. No 465. Año XXXVIII. 2008 Hoyos Pérez, Josefina. "Ayacucho" Historia y Vida, Madrid. No 485. Año XL. 2008. Pérez Samper, María de los Ángeles et
al. "Dossier 1808": 200 años de la guerra
de independencia. Historia y Vida. Madrid. No.478, año XXXIX. Mayo 2008. Vázquez, Josefina Zoraida. Coordinadora. Gran Historia de México
Ilustrada. Tomo III. CONACULTA.INAH. Planeta Deagostini. México, 2006. Séptima reimpresión. |
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