Reflexiones |
¡Fuera las caritas felices!por John Dennis Clarkson* |
La
red mundial (world wide web) va destruyendo tanto nuestras destrezas comunicativas
verbales como las escritas. Impone una desconexión aplastante entre el
mensajero y el mensaje; un muro electrónico separa a l@s
escritor@s de sus lector@s.
Por eso, el proceso comunicativo se ha vuelto estéril, impersonal, chocante.
Hoy en día hasta mis amig@s del alma no me escriben,
sino que me teclean. Y va más allá de esto: intentan compensar la carencia de
personalismo usando emoticones. Pues yo les digo
ahora mismo, querid@s amig@s,
“No quiero que meY.” Los
correos electrónicos pretenden reemplazar las cartas manuscritas, pero son
fugaces, sin carácter—cadáveres huecos, zombis que se hacen pasar por seres
vivos y comunicativos. Todos se ven iguales. Ya que mi tipo de fuente “Times Roman” no se distingue del de cualquier Fulano, ¿me atrevo a
confiar en que mi “Querido Néstor”, escrito por máquina y echado a ciberespacio
con la esperanza de que llegue a su bandera de entrada, le llegará al corazón? Prefiero
armar mis misivas con estilográfica. Es un rito meditativo que involucra todos
los sentidos, los sentimientos e incluso alguno que otro pensamiento. Escojo el
papel por su textura y color según mi estado de ánimo y los gustos de la
persona a quien le voy a escribir. ¿Color crema? ¿Gris? ¿Blanco brillante? ¿De
puro algodón? ¿Acabado liso o áspero? ¿Sin o con pautas? ¿Cuál
pluma usaré: una que da una línea gruesa y valiente, o la que pone una línea
delgada, delicada? ¿Será una japonesa de estilo elegante por su sencillez o una
alemana confiable? Tal vez una italiana, bellísima pero temperamental; una
gringa, grande y bien parecida pero un poco lenta; o bien una inglesa, digna y
sutil. Me decido por una japonesa marca Nakaya,
modelo “Portable Cigar” con
acabado aka-tamenuri, lo
que quiere decir “rojo sobre rojo”. Asimismo,
elijo la tinta — que es para escritor@s el elixir de la
vida— no sólo por su color, sino también por su olor, consistencia,
transparencia u opacidad. Abro la botellita de tinta francesa (marca J. Herbin, color “Café des Îles”),
quito el capuchón de la estilográfica, la meto y la abrazo entre mis dedos
mientras bebe. Cuando está satisfecha, la saco, acaricio el plumín
de oro con un suave paño para quitar la tinta que se le adhiere y empiezo a
escribir: El trazo de la pluma marcha sobre la
hoja sin presión o esfuerzo, como si tuviera alma propia. Veo los colores, me
llega el aroma de la tinta, oigo el plumín cantar
deslizándose a través del papel, siento la calidez que emana del barril
cubierto de laca “urushi”– una savia de un árbol que
crece en el Himalaya. Estoy en trance y sigo:
¡Ya!
Y eso que es breve, no falta nada. No sólo tiene el mensaje explícito, sino
también presenta un esbozo gráfico y lúcido del estado de ánimo del autor, sin para
nada usar caritas felices y corazones. * John
Dennis Clarkson Ex estudiante de Español
Superior CEPE-UNAM, México, DF. jdclarkson@earthlink.net Fuentes: gráficos 1. “Carita feliz maléfica”: dominio público,
bajada de http://www.tobbls.de y
retocada en Adobe Photoshop 2. “Nakaya sobre papel
japonés”: http://www.fountainpennetwork.com/forum/index.php?showtopic=31573
con permiso del autor/fotógrafo, P.Y. Lee 3. Foto de varias plumas: del autor. En orden
desde el lado izquierdo: Nakaya Portable
Cigar aka-tamenuri (japonesa); Pelikan M800
(alemana); Visconti Opera (italiana); Sheaffer Legacy 2
(norteamericana); Conway Stewart
Model 15 (inglesa) Fuentes: generales Informes en español sobre
estilográficas: http://www.estilograficas.net |
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