Flores de Nieve, Revista de estudiantes y profesores de español
Flores de nieve Escudo UNAM
Revista electrónica editada por estudiantes y profesores de español y áreas de cultura de:

Literatura

Ángeles Mastretta, escritora mexicana.
Breves notas sobre una de sus novelas

por Rosa Spada Suárez*

Portada de libro

"No hay cielo eterno. El tiempo y el amor son uno solo".

Quién es Ángeles Mastretta:

Es una mujer cálida, desinhibida y gran conversadora. Tanto al hablar como al escribir emplea el sentido del humor. En el plano literario utiliza una prosa sencilla, a menudo coloquial y casi siempre en sus textos encontramos palabras y frases que deslumbran, divierten y captan la imagen proyectada.

Ángeles Mastretta no habla mucho de su infancia, excepto que nació en Puebla de los Ángeles en el estado de Puebla y vivió ahí durante los primeros veinte años de su vida. Con frecuencia se refiere a su padre, quien murió cuando ella tenía 21 años y cuya imagen y recuerdo evoca ella en su obra. La autora confiesa una absoluta adoración por él, quien solía escribir para los periódicos de Puebla en una vieja máquina Olivetti. Para el padre, escribir era un juego y ella cree que la experiencia de su padre la empujó a elegir esa profesión.

Mastretta dejó Puebla y se trasladó a la ciudad de México para estudiar Ciencias de la Comunicación en la UNAM. Después de la muerte de su padre empezó a trabajar como periodista. En 1974 ganó una beca en el Centro Mexicano de Escritores, donde, trabajando al lado de figuras como Juan Rulfo, Salvador Elizondo, Francisco Monterde, aprendió que escribir significa disciplina y sufrimiento, según sus propias palabras. En 1975 publicó una recopilación de su poesía titulada La pájara pinta. No obstante, la novela que tenía en mente desde hacía ocho años permaneció ahí hasta que encontró una editorial que le ofreció pagarle un salario durante seis meses, los cuales se volvieron doce, y en 1985 se publicó Arráncame la vida, novela que obtuvo el Premio Mazatlán de Literatura al mejor libro del año. Ese logro le concedió la libertad para escribir Mujeres de ojos grandes (1993), que es una extraordinaria compilación de 37 cuentos sobre una serie de mujeres extraordinarias, sus llamadas "tías", descritas en momentos cruciales de sus vidas. En ese mismo año publicó Puerto Libre, colección de viñetas, impresiones, cuentos y dichos que revelan un lado más íntimo de la escritora. Con su novela Mal de amores editada en 1996, ganó el premio Rómulo Gallegos, en 1999 publicó la novelita Ninguna eternidad como la mía.

Ninguna eternidad como la mía.

Portada de libro

La novela cuenta la historia de una joven que nace un 14 de marzo de 1904 en el estado de Veracruz, hija de un matrimonio de emigrantes asturianos, con cuatro hermanos varones. La niña desde pequeña demostró la firmeza de su carácter y su férrea voluntad. No asumió el papel tradicional de una mujer convencional, en la provincia mexicana. Desde muy joven reta al destino al vivir como pasiones la danza y la lectura. Emigra sola a la ciudad de México con 17 años a cuestas y con todo el empuje emocional y físico para continuar su formación académica en el campo de total disciplina de la danza clásica. En la ciudad encontrará además de la danza el amor, y vivirá intensamente su pasión amorosa hacia Javier Corzas (poeta y telegrafista, alter ego del poeta mexicano Renato Leduc), quien queda prendado de ella ante su belleza, su libertad de movimientos y el control que tiene ella de su cuerpo. Deslumbrado por la fuerte convicción de Isabel por la danza, prefiere abandonarla antes que continuar con esta hermosa mujer, tan libre y fuerte de carácter. Ella cree que lo tenía todo: el amor a su hombre con el cual compartió su sexualidad sin trabas, ni compromisos, ni falsas promesas, y su opción de vida, la danza. Tomaba clases en la Academia de Madame Alice Giro, profesora exigente que le enseñó que la danza significaba disciplina y compromiso y dedicación de casi tiempo completo. Además, estaba cobijada por el amor incondicional de sus padres y hermanos en Veracruz y bajo el cuidado de casi una hada madrina: Prudencia Migoya, una mujer gorda y firme, "beligerante como un guerrero y azucarada como un pastel".

Isabel Arango de 1921 a 1924 se transforma es un personaje que tiene actitudes de las mujeres contemporáneas de las décadas de los años ochenta o noventas del siglo XX. Es un ser con varias pasiones, con una vida personal y pública que no estaba regida por las instituciones locales ni por las normas sociales, sino por lo que ella decidía hacer con su vida, de ahí el hermoso fragmento, casi un ensalmo que se promete a sí misma: "Yo, Isabel Arango Priede, me comprometo a vivir con intensidad y regocijo, a no dejarme vencer por los abismos del amor, ni por el miedo que de éste me caiga encima, ni por el olvido, ni siquiera por el tormento de una pasión contrariada. Me comprometo a recordar, a conocer mis yerros, a bendecir mis arrebatos. Me comprometo a perdonar los abandonos, a no desdeñar nada de todo lo que me conmueva, me deslumbre, me quebrante, me alegre. Larga vida prometo, larga paciencia, historias largas. Y nada abreviaré que deba sucederme, ni la pena, ni el éxtasis, para que cuando sea vieja tenga como deleite la detallada historia de mis días" [1]

Pero también descubre que "nada es eterno". Aquí, Mastretta hace un homenaje al poeta Renato Leduc (1897-1986), que en la vida real fue telegrafista y poeta durante la Revolución; es autor del poema titulado: Sabia virtud de conocer el tiempo, donde canta estas bellas estrofas: Como dice el refrán: dar tiempo al tiempo…/ que de amor y dolor alivia el tiempo/ Aquel amor a quien amé a destiempo/ Martirizóme tanto y tanto tiempo/ Que no sentí jamás correr el tiempo/ Tan acremente como en ese tiempo/ amar queriendo como en otro tiempo/ Ignoraba yo aun que el tiempo es oro/ Cuánto tiempo perdí ¿ay? Cuánto tiempo/ Y hoy que de amores ya no tengo tiempo/ Amor de aquellos tiempos, cómo añoro/ la dicha inicua de perder el tiempo.[2]

En Ninguna eternidad como la mía Mastretta describe las diferencias entre hombres y mujeres, aborda la sexualidad y las opciones y pasiones de vida. Trastoca los mitos y estereotipos de la mujer en la sociedad mexicana de principios del siglo XX. Transgredió las convenciones lingüísticas que limitaban a las mujeres a no utilizar malas palabras. Isabel Arango, su protagonista, es una voz narrativa que la autora ideó y delineó como si fuera una mujer de su propia generación o de mujeres más contemporáneas; es como una joven de hoy en día. En síntesis. la protagonista se adelantó a su época, pues vemos que:

a)     abandona el núcleo familiar para dedicarse a la danza, persigue un objetivo

b)     parte de la provincia a la capital sola

c)     su vida es bailar. Se apropia de la danza como opción de vida y no como un pasatiempo.

d)     se enamora de un joven con quien vive su pasión amorosa y sexual sin presiones ni convenciones sociales como el matrimonio

e)     combina la danza y el amor libremente.

f)       ante el abandono de su amante, no se siente devastada, tiene la danza como proyecto de vida.

*Profesora de Literatura

CEPE-CU, UNAM, México

rosaspadasuarez@yahoo.com.mx



[1] Véase Ángeles Mastretta, Ninguna eternidad como la mía, México, Cal y Arena, 1999, pp. 35-36.

[2] RenatoLeduc poema titulado "Sabia virtud de conocer el tiempo" en el libro Breve glosa al libro del Buen amor, 1939.


Ilustración: Portada del libro Ninguna eternidad como la mía, http://3.bp.blogspot.com/_SxBgP8la9To/ST3MLgPJ0MI/AAAAAAAABUA/adK6TbhPDX8/s320/mastreta.jpg

Ilustración: Portada del libro Ninguna eternidad como la mía, http://g-ecx.images-amazon.com/images/G/01/ciu/60/2f/4ba1224128a0c336c5ad8010.L._AA240_.jpg

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