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El México de Juan Rulfo

Heidi Dení Borjas Salas

Cuando oigo la palabra "Jalisco", generalmente, vienen a mi mente imágenes de antiguas películas en donde Jorge Negrete y Pedro Infante encarnaban al típico charro mexicano. Las notas de "¡Ay Jalisco, no te rajes!" se escuchan claramente en mis oídos y el sabor del tequila invade mi paladar. Entonces también pienso en los grandes agaves que, como flores verdeazuladas, se extienden sobre la palidez de una tierra sedienta, de esa tierra que un buen día dejó escapar de sus entrañas a Juan Nepomuceno Carlos Pérez Vízcaino Rulfo, uno de los más grandes exponentes de la literatura mexicana, y ¿por que no decirlo?, mundial.

El año1945 marcó el inicio de la odisea de ese escritor originario de Sayula, Jalisco, al reunir en una sola obra, El llano en llamas, todos sus cuentos (hasta ese momento publicados en diferentes revistas). Relatos como "Macario", "Nos han dado la tierra", "La cuesta de las comadres", "Es que somos muy pobres", "El hombre", "En la madrugada", "Talpa", "El llano en llamas", "¡Diles que no me maten!", "Luvina", "la noche que lo dejaron solo", "Acuérdate", "No oyes ladrar los perros", "Paso del norte", "Anacleto Morones", "La herencia de Matilde Arcángel" y "El día del derrumbe" muestran ese rostro de México que pocos conocen, el que permanece escondido, olvidado mas no por ello inexistente: los rasgos de la miseria, la tristeza, la muerte y la violencia dibujan un retrato que refleja las huellas dejadas por la Revolución Mexicana. Para los campesinos, este acontecimiento no sólo representaba la esperanza de poner fin al hambre que atormentaba su existencia, era además el despertar violento de un espíritu que se negaba a la resignación, al silencio que se le había impuesto.

El campo es para Rulfo el escenario de sus personajes, seres de carne y sufrimiento, acostumbrados al silencio, compañeros fieles de la soledad. Al acariciar con la vista las páginas de El llano en llamas, México se redescubre en el calor de los cerros, se respira en el olor de la tierra mojada, se refleja en la mirada de un campesino taciturno, se adormece en la sosegada quietud de un pueblo enclavado en la sierra… el México rulfiano carece de clichés, se desviste para mostrarse en toda su esencia a través de una obra generosa en la riqueza de su contenido.

Pero Juan Rulfo fue, además de un gran escritor, un fotógrafo apasionado, que, también en este ámbito, eligió el campo mexicano como tema de su obra. Aquí presentamos una muestra de su talento, en un autorretrato y una foto con tema campesino.