El póker o la nueva economía
Julien-Gabriel Charlopin*
En esta sociedad de espectáculo, cómo no asustarse ante el desarrollo mundial del póker; todos los días recibo unos spam o veo anuncios en donde me invitan a jugar al póker, sin olvidar los programas de televisión que celebran a los maravillosos jugadores, nuevos héroes verdaderos de la televisión, sudor, emoción y dinero como coctel de bienvenida .
Nos explican las reglas básicas y lo que hace un campeón de póker. Un buen conocimiento de las estadísticas, la capacidad de jugar con las emociones de los otros jugadores, una resistencia mental y una confianza en sí mismo inalterable, ya que un partido puede tardar unas horas, si no es que unos días. Todo esto con la finalidad de ganar la mina, un montón de dinero.
Esta historia no tendría consecuencias, si la economía mundial no pareciera ser tan similar al póker. Cómo distinguir entre los corredores de la bolsa mundial y un jugador de póker. No podemos distinguirlos, salvo por el resultado, que es la crisis mundial. Hacer todo como el jugador de póker: usar las matemáticas intentando proyectarse y evaluar el riesgo, convencer a los demás usando sus emociones en la competencia de la inflación y deflación, ser paciente, pues la suerte puede cambiar a cada minuto, tener un ego sin parangón y vender a tiempo, antes de que explote el globo de la especulación. Para qué todo esto, para ganar más dinero, aprovechándose del otro y de su dinero.
El único motivo y resultado es enriquecer a una pequeña parte de la humanidad a expensas de otra, mayoritaria. El problema de la creación de la riqueza, obligatoriamente colectiva, no existe en esta esfera virtual e individualista, sin realidad, sin responsabilidad, en la cual sólo importa gozar del tiempo inmediato, sin mañana; de modo que esta generación virtual no puede entender la economía real, ya que está desconectada de la realidad.
El dinero, meta última de la nueva economía, es un símbolo, un reflejo que tiene que corresponder a una realidad concreta, sea económica, política, religiosa o moral, es decir parte de un contracto social como un tótem. En sí mismo, obviamente, el dinero no es la riqueza de un grupo social, organizado para mejorar la vida de sus miembros, porque un reflejo no es la realidad, no la sustituye. La humanidad no vive en un mundo de pura virtualidad; decir lo contrario corresponde a deshumanizar al hombre y promover una vida a la manera de un escenario de teatro.
Para terminar, qué pensar de la suerte como motor de la vida real, pues finalmente el póker y la economía son juegos de azar, si bien parecen tener algunas reglas científicas �en falso�. Sin embargo, la suerte es el inverso de una sociedad guiada por la inteligencia, la suerte no tiene tiempo y en consecuencia ningún espacio, igual que la economía moderna que corre tras la rentabilidad. La inteligencia se piensa en el espacio y en el tiempo, en medio de la historia y de la cultura.
*Estudiante francés de Intermedio 3
CEPE-CU, UNAM, México