Responsabilidad del traductor en la defensa del español*
Diana Luz Sánchez
Es obvio que no alcanzaré a abarcar ni remotamente un tema tan vasto, que da para muchísimas páginas y del que se han ocupado numerosos investigadores y especialistas en el estudio del español. Me limitaré a señalar algunas de las reflexiones que han surgido en mi mente durante los años que he trabajado como traductora y revisora de traducciones, principalmente para la casa editorial del Fondo de Cultura Económica de México, y como profesora del taller de traducción de francés en El Colegio de México.
En nuestro carácter de traductores o estudiantes de idiomas, tendemos a olvidarnos de nuestra lengua, a perderla de vista, sin pensar que constituye la otra mitad de nuestro trabajo. Por ello uno de mis propósitos al exponer este tema ha sido el de inyectar un poco de entusiasmo por esa lengua materna. En resumen, es una invitación a ver la otra cara de la moneda. Y ahora entiendo al maestro Gonzalo Celorio, profesor de análisis de textos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, que se desesperaba de que hubiera estudiantes de letras modernas, como nosotros, que apenas conocíamos la literatura y la lengua propias.
Antes que nada cabría preguntarse cuál es el "enemigo" o la "amenaza" que se cierne sobre el español y del que habría que "defenderlo".
En estos tiempos, los enemigos más visibles e inmediatos parecen ser dos: uno es la disgregación, es decir, el distanciamiento entre sí de los hispanohablantes hasta llegar a la "babelización" del español, al hecho de que los hispanohablantes lleguemos a hablar lenguas distintas, como sucedió con el latín, que se modificó al grado de convertirse en varias lenguas.
El otro sería la asimilación a la lengua del imperio, la cual permea todos los campos de la creación, con una influencia avasalladora y, por el momento, sin contrapeso.
En inglés se producen la mayor parte de los materiales de difusión masiva de mayor penetración entre la gente: series televisivas, películas, música que se transmite por radio y da lugar a la industria discográfica y del video, revistas, etc. Su influjo también se deja sentir en el nivel de las publicaciones científicas o académicas, en el de las finanzas, las comunicaciones, la industria...
A estas producciones se ha agregado, en los últimos tiempos, la influencia del campo de la computación, que ha traído su propia revolución, también en inglés. Por su importancia en la transformación de la vida cotidiana en este siglo, hablaré incidentalmente de la forma en que este campo afecta a la traducción.
No es la primera vez que se habla de defender nuestro idioma ante los embates de una lengua extranjera –ni será la última seguramente--. Ya en el siglo XIX se produjo una feroz polémica en torno a la influencia del francés, en la que se mezclaban los sentimientos antiespañoles y la formación de las incipientes identidades nacionales. Era la época en que las ideas de la Ilustración, la Enciclopedia, la Revolución francesa, el romanticismo, el naturalismo y el simbolismo contagiaban con su entusiasmo a los pueblos de nuestro continente.
En esta polémica fueron los protagonistas el filólogo venezolano Andrés Bello, por el bando del purismo, y Domingo Faustino Sarmiento, el escritor argentino, por el bando "liberal", por así llamarlo.
¿Quién ganó la batalla? Es difícil decirlo. Al final de esta encendida polémica el español salió sano y salvo, con algunos galicismos que se han incorporado a nuestra lengua. Como diría Angel Rosenblat: "La lengua se enriqueció y quedó en ella lo que era necesario". Muchos galicismos, como "oír la misa" o "prestar el oído", se han ido perdiendo, mientras que otros, como los términos "banal, control, constatar", o las perífrasis "acabar por" o "tener lugar" siguen usándose. Lo mismo que la expresión "hacer el amor", que curiosamente los diccionarios tanto de la Academia como de uso de Moliner definen más bien como "cortejar a una mujer" y que en México tiene definitivamente otra acepción.
Podemos empezar preguntándonos si es posible y deseable defender el español y, en segundo término, cuál es la responsabilidad de traductor, si es que tiene alguna, en la defensa de su propio idioma. Para ello decidí en primer lugar echar un vistazo a la situación que guarda el español dentro de la lenguas del mundo.
*Este texto fue leído durante el encuentro de traductores y estudiantes de traducción llamado Primeras Jornadas Jeronimianas, organizado por la Universidad Veracruzana, Xalapa, México, en octubre de 2000.
Andrés Bello, una de las figuras más destacadas en el ámbito cultural venezolano e hispanoamericano de los últimos tiempos...
Domingo Faustino Sarmiento, es una institución en Argentina; fue presidente de ese país, y escritor dentro de la corriente de la literatura gauchesca, además de un hombre que se interesó por los problemas de la lengua española y que se manifestó por aceptar la influencia del francés en nuestra lengua, en contraposición con A. Bello, que era del bando "purista".