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Querida Elena, te abraza el CEPE

Rosa Spada Suárez*

Esta mujer con nombre de cuento de hadas e hija de un príncipe y con apellido amor, no puede ser otra que Elena Poniatowska que ha bordado con oro las palabras, los diálogos, las entrevistas. Que ha dado voz a los marginados, a las mujeres, a las causas perdidas. Enalteciendo el lenguaje con honestidad y valentía.

¿Quién es Elena Poniatowska?

¿Es posible reconstruir la vida de una mujer siguiendo los rastros de su profesión? En el caso de Elena ha dejado huellas en varios de sus textos. Destaca el lenguaje sencillo, ameno, lúdico y algunas veces transgrede las normas de las buenas costumbres. Quién es Elena, qué nos ha dejado leer: sus huellas están plasmadas en sus cuarenta obras, en sus diecinueve premios nacionales e internacionales, sus ocho doctorados honoris causa de Universidades de México y del extranjero.

Helene Elizabeth Louise Amelie Paula Dolores Poniatowska Amor nació el 19 de mayo de 1933 en París, Francia. Desde su nacimiento se le otorgó el título nobiliario de "princesa". Su madre de padres mexicanos se llamaba María de los Dolores Amor de Yturbe y su padre el príncipe Jean Joseph Evremond Sperry Poniatowski, descendiente directo del rey Estanislao II Poniatowski de Polonia. En París, nació también su hermana Kitzya.

En 1941 su madre huyó de la Segunda Guerra Mundial con sus hijas. Mexicana por herencia decidió refugiarse en este país. El padre se había alistado en el ejército francés. Combatió en la guerra y al finalizar esta, se reunió con su familia en México. En suelo azteca nació Jan, el tercer hijo del matrimonio. Su padre probó suerte en varias empresas. Fundó los Laboratorios Linsa, donde Elena trabajó como secretaria. Más tarde probó éxito al abrir un restaurant. En el poema "Otra vez mi padre", Elena ha dejado asentado lo siguiente:

Hizo varios negocios,

Ninguno le salió.

Nunca acusó a nadie

Ni delató a alguno,

No supo maliciar

Ajenas intenciones.[1]

Al llegar a México se hacía cargo de las niñas Magdalena Castillo, una joven de 17 años que era nana y maestra de español, ya que sus padres no creyeron importante que lo estudiasen formalmente, pues pensaban que lo aprenderían en la calle. Elena nos ha dejado un retrato de Magdalena:

Durante mi adolescencia pasé muchas horas en el cuarto de la azotea. Subía "a platicar" y nada me emocionaba tanto como las historias que allí escuchaba. Tiburcia, Enedina, Concha y Carmen se envolvían en sus recuerdos y en la ilusión del novio, la salida del domingo. Tuve una nana cuando ya no estaba en edad de nana y su devoción fue infinita. Se llama Magdalena Castillo y nos dio su vida a mi hermana y a mí. No nos lleva ni siete años, cuando "entró" apenas habíamos cumplido los diez y los once, ella tenía diecisiete "entrados" a dieciocho. . No nos llevaba ni siete años y nos dio su vida. No se casó por no dejarnos. Nunca se fue. Sus años más importantes, entre los veinte y los treinta y cinco, nos los dio. Nos dijo: Tómenlos, para que con ellos hiciéramos papelitos de colores, tiritas de papel de china, lo que se nos diera la gana, le bailáramos el jarabe tapatío, la zapateáramos encima bien y bonito Le acabamos las trenzas ahora adelgazadas, la despachamos a su casa a la hora de nuestra luna de miel, y le dijimos que regresara a cuidar a nuestros hijos. Aún estaba fuerte. Aún podía. Y volvió. Y todavía viene y trae manzanas y se acongoja por nuestras penas. Y nos besa y nos encomienda a Dios.[2]

A los diez años fue enviada a los Estados Unidos a estudiar, primero en un colegio católico en Filadelfia y después en el Manhattanville College de Nueva York. Ha escrito sobre esa sorpresa:

Lilus, te vas a ir. Te vas a ir en un tren. Es bonito un tren, ¿verdad, Lilus? Tu padre y yo pensamos en tu futuro. Dentro de una semana estarás en el convento. ¡Un convento! Un convento de monjas. Lilus había visto horribles monjas en sus sueños Lilus veía a las monjas de negro y con bigotes. Mujeres de piel seca y lenguas pálidas, que olían a quien sabe qué de muy rancio y viejito.[3]

Después de esos diez años en los Estados Unidos, Elena tuvo dos certezas, dedicarse al periodismo y regresar a la ciudad de México. Una vez instalada en el Distrito Federal, corría el año de 1953 empezó a trabajar en el periódico Excélsior. Ella misma ha revelado lo siguiente:

Fue toda una osadía lanzarme a entrevistar a los grandes artistas mexicanos, de quienes nada sabía. Recuerdo que el primer año hice 365 entrevistas, una entrevista diaria y corría como una rata atarantada por toda la ciudad buscando a mis entrevistados.[4]

De ahí pasó al periódico Novedades, donde se ganó un nutrido público que la seguía gracias a sus textos impredecibles, como cuando entrevistó a Diego Rivera, y a boca de jarro le preguntó:

"Y esos dientes, ¿son de leche?

-Sí, y con ellos me como a las niñas.

En 1955 publicó su primera novela, Lilus Kikus. Lilus es el alter ego de Elena, de la niña que con ojos de asombro se asoma al mundo, que observa a los adultos y su comportamiento, como cuando va al Palacio de Bellas Artes, cuando nos cuenta que cobraba por mostrar a otros sus heridas:

Ya no podría ni aplastar zarzamoras en sus manos para luego ir diciendo que se había cortado Ya no podría hacerse grandes heridas y cobrar por enseñarlas -Si supieras qué feo me caí-Enséñame, Lilus no seas mala -Enseñó, pero cobro. -¿Cuánto? Te doy un beso o un diez. -Mejor el diez[5]

En ese año también nació Mane, su primer hijo En 1965 recorrió Polonia en compañía de su madre, mientras su vástago permanecía en un Colegio en Suiza. Un cambio determinante empezó a operarse en ella, pues envió a Novedades una serie de crónicas en las que se cuestionaba: ¿en qué consiste la justicia e injusticia?; volcó entonces su mirada hacia los desposeídos y marginados. Por otra parte, su amistad con el dibujante Alberto Beltrán, socialista férreo, vino a afianzar su nuevo modo de pensar y sentir. Elena adquirió un compromiso con México. Con ilustraciones de Alberto Beltrán, publicó Todo empezó en domingo, retratos fieles y emotivos de los duros oficios y trabajos de los niños. Son un reflejo de la injusticia, de la desigualdad social, y, por otra parte, está presente toda nuestra riqueza cultural en colores, olores, sabores.

Más tarde, en una azotea de la calle Revillagigedo, Elena se vio deslumbrada por una lavandera que hablaba fuerte y con una sabiduría de la vida como si se hubiera graduado en una universidad. Una larga entrevista con Jesusa Palancares dio como resultado la novela Hasta no verte Jesús mío, publicada en 1969, por esta obra le fue concedido el Premio Nacional de Literatura: Elena ha dejado un testimonio de su transformación al entrevistar a Jesusa:

Mientras ella hablaba surgían las imágenes y me producían una gran alegría. Me sentía fuerte de todo lo que no he vivido. Llegaba a mi casa y les decía: "saben, algo está naciendo en mí, algo nuevo que antes no existía" Lo que creía o a lo mejor estaba allí desde hace años era el ser mexicana, el hacerme mexicana, sentir que México estaba adentro de mí y que era el mismo que el de la Jesusa y que con sólo abrir la rendija saldría. Yo ya no era la niña de ocho años que vino en un barco de refugiados, el Marqués de Comillas, hija de eternos ausentes, de viajeros en barco, hija de trasatlánticos, hija de trenes, sino que México estaba dentro, era un animalote adentro (como Jesusa llamaba a la grabadora), un animal fuerte, lozano, que se engrandecía hasta ocupar todo el lugar. Descubrirlo fue como tener de pronto una verdad entre las manos, una lámpara que se enciende bien fuerte y echa su círculo de luz sobre el piso Mis abuelos, mis tatarabuelos tenían una frase clave que creían poética: "I don't belong" Una noche, antes de que viniera el sueño, después de identificarme largamente con la Jesusa y repasar una a una todas sus imágenes, pude decirme en voz baja: "Yo sí pertenezco".[6]

En 1968 nuestra escritora contrajo matrimonio con el astrofísico Guillermo Haro; de esta unión engendró a Felipe y Paula. En ese momento de su vida, decidió adoptar la nacionalidad mexicana. También en ese año escribió uno de los más dolorosos y tristes de sus libros La noche de Tlatelolco. Una vez elegido presidente Luis Echeverría, quien fue secretario de gobernación durante la masacre del 2 de octubre contra los estudiantes, le concedió el premio literario "Xavier Villaurrutia" en 1972. Elena no aceptó el premio.

En 1979 recibió el Premio Nacional de Periodismo.

Elena ha estado de parte de los oprimidos y no ha callado su voz ante el dolor y la impotencia, como con su libro Fuerte es el silencio, o con su conmovedor Nada, nadie. Las voces del temblor, donde vemos claramente su estilo periodístico con el de creación literaria. En cuanto a su recreación de la vida de mujeres escritoras, pintoras, fotógrafas ha sido un regalo apasionante para las estudiosas de género. Aquí, en el curso de "Escritoras Mexicanas Contemporáneas", nos hemos adentrado a leer algunos de sus cuentos, entre los que destacan: "Cine Prado"[7], "El limbo"[8], "El rayo verde"[9], por sólo mencionar algunos de ellos.

No podemos dejar de lado las extraordinarias biografías sobre Frida Kahlo, Nahui Olin, Pita Amor, Rosario Castellanos, María Izquierdo, Elena Garro y Nellie Campobello. Aquí, Elena se desborda en brindarnos un retrato de la época, la cultura y la clase social en que cada una de las mujeres le tocó vivir. Al leer Las siete cabritas[10], conocemos las vivencias y experiencias de las protagonistas y reflexionamos con la autora en temas como la creación, la religiosidad, la sexualidad, la maternidad, la madurez, así como el surgimiento de las canas y las arrugas. Sin olvidar que muchas de estas mujeres vivieron a través de la mirada del hombre, que esa mirada era como un espejo caleidoscópico donde la propia mujer se descubría a sí misma y sabía quién era y qué quería. En ese apasionante abanico de vidas nos sumergimos en Querido Diego, te abraza Quiela[11] las cartas literarias de Angelina Beloff a Diego Rivera; en estas doce cartas, un espacio de reflexión y del mundo íntimo de Angelina, donde está presente un relato retrospectivo de las vivencias en la Europa de la Primera Guerra Mundial, sin olvidar el mundo cultural de ese momento y el cubismo con sus principales representantes. Sin olvidar la propia visión de mundo de Angelina donde ha plasmado su ideología, su pasión por Diego, la muerte de su hijo Dieguito, la ausencia de Diego, el silencio de Diego, sus cuestionamientos, etcétera. Todo ello nos ayuda a reflexionar sobre nuestra propia vida, sobre lo que pensamos que somos para llegar a lo que deseamos ser.

Son numerosos los premios que ha recibido nuestra autora. Su novela La piel del cielo (2001) obtuvo en España el premio Alfaguara. En 2005 se publicó El tren pasa primero, la cual se hizo merecedora al XV Premio Internacional Rómulo Gallegos en 2007. En 2011 obtuvo el premio Biblioteca Breve de la Editorial Seix Barral por su novela Leonora.

A partir de 2007, el gobierno de la ciudad de México ha instituido el Premio Iberoamericano de Novela "Elena Poniatowska" dotado con 500,000 pesos. El ganador de la primera edición de este certamen fue Álvaro Uribe por su novela "Expediente del atentado".

Por todo ello, nos congratulamos y nos sentimos profundamente orgullosas, orgullosos, de que Elena esté hoy con nosotros. Sus últimas distinciones nos hablan de su reconocimiento mundial a su diario trabajar con palabras, con palabras con sentido, con palabras que nos calan el alma. Gracias, gracias, gracias por brindarnos tanto.

* Profesora de Literatura
CEPE-CU, UNAM, México, D.F.

 

http://www.atencionsanmiguel.org/2012/02/24/writer-elena-poniatowska-visits-san-miguel-de-allende/

 


[1] Elena Poniatowska, "Otra vez mi padre" en Rondas de la niña mala, Ilustraciones de Leonora Carrington y Pablo Weisz Carrington, Era, 2008, p. 70.

[2] Elena Poniatowska, "Se necesita muchacha" en Luz y luna, las lunitas, con fotografías de Graciela Iturbide, México, Era, 1994, p. 159.

[3] Elena Poniatowska, "El convento" en Lilus Kikus. Ilustraciones de de Leonora Carrington, México, Era, 1985, p. 57.

[4] Extractos de una charla de la escritora en Smith College en 1982, tomada de 17 narradoras latinoamericanas, México, CERLALC, Unesco, 2001.

[5] Elena Poniatowska, "El Convento", en Lilus Kikus, op cit. P. 58.

[6] Elena Poniatowska, "Vida y muerte de Jesusa" en Luz y luna, las lunitas, México, Era, 1994, p. 43.

[7] Elena Poniatowska, "Cine Prado" en 17 narradoras latinoamericanas, México, SEP, CERLALC, 2001, pp.187-198.

[8] Elena Poniatowska, "El limbo" en A través de los ojos de ella, Selección, estudio y notas deBrianda Domecq, México, Ariadne, 1999, Tomo II, pp.69-85.

[9] Elena Poniatowska, "El rayo verde", ibid, pp. 332-339.

[10] Elena Poniatowska, Las siete cabritas, México, Era, 2000-

[11] Elena Poniatowska, Querido Diego te abraza Quiela, México, Era, 1978.