Junio 1, 1942. México
declara la guerra a Alemania, Italia y Japón.
En medio de la oscuridad aceleré y veloz me
dirigí cual flecha con certero rumbo al punto de encuentro. Debía ser la
primera, lo sabía, pues solamente una podría llegar a ser. Aunque los
estropeados recuerdos de mi anterior vivencia permanecían en mi psique, no
debía desperdiciar el insólito momento que se me obsequiaba para reanudar mi
vida. Indiscutible argüir en este momento cuán ardua había
sido la auténtica esencia de mi anterior mundo; bien lo recordaba. Quién sino
yo misma había recorrido el mismo pasaje y la misma experiencia y, por tanto,
nada me era extraño. Soy un alma vieja y sabía cómo sería ese ascenso. Reza el refrán:
Llegar a ser, ascendiendo, es mejor que nacer siendo. Instintivamente conocía el
camino; era la ruta similar a la que había ya recorrido y pareciera no obstante
que era lo único que había aprendido. No
sabría sino hasta después qué tanto aprendí de aquella vida.
Con parca ostentación de mi claro
conocimiento del entorno, me desplacé al encuentro de mi alma gemela. Así, discretamente
convertí ese encuentro en un éxito rotundo: "Ya no sois dos, sino uno… ." No obstante lo
efímero y tierno de mi nuevo ser, pensaba que volvía al mismo lugar y tal vez a
sufrir de nuevo. Morí lentamente y ahora renacía lentamente. Sabía que habría luz al final del túnel pero
¿qué singular luz era la que me esperaba? Conocía bien el mandato que debía
primero pagar por mis yerros, mis imperfecciones o tal vez el poco dignificante
embeleso en mi pretérito galanteo con la vida corporal; sin duda una biografía
que desprecié. Percibía nociones de que
no había sido buena pero claro entendía que al dejar esa humanidad entendía que
todo ahí terminaba y que lo peor había quedado oculto, pasado, irredento.
Lamentaba en lo profundo de mi
pobre alma el último trayecto de vida y mis nefastas tribulaciones. Y me asaltaron las dudas: ¿por dónde?, ¿hasta
cuándo? y ¿con quién? Todo creí
recordarlo pero nada me era convincente.
Tendría que lograr llegar a vivir con semejante apariencia pero con disímiles
respuestas. Solo estaba segura del
objetivo: sentenciada a resarcir mis errores.
Subliminalmente conocía que, si lograba esta meta, merecería ser
absuelta y compensada. ¿De qué,
entonces, me preocupaba? Éramos ya una;
audaz y decidida.
Al ocurrir nuestro encuentro, desde
el fondo de mi ser, expulsé un silencioso pero triunfante grito de alegría al imaginarme
viva nuevamente. Sin duda se trataba de una dicha ficticia que me invadía el
espíritu por lo desconocido del próximo futuro. Lista me sentía para ofrecerme al
profundo gozo de sentirme de vuelta; resurrecta. Mas, debía recordar
las condiciones de mi nuevo espacio, como propusiera Freud: conservar la
profunda esencia de mi naturaleza humana, es decir, preservar la vida, ser
agresiva, amar y alcanzar el placer, evitando el dolor. ¿Qué es el dolor?
La momentánea irradiación fue tan
fugaz como el limbo pasajero que creí vivir y la tenue luz que dejé atrás. Vino de pronto la oscuridad y desasosiego y se
plantaron ambos frente a mi temporal retiro. La luz al final del túnel no la vislumbraba, celada
estaba detrás de la brumosa marea del mar envanecido que me rodeaba. Me acostumbré a vivir entre estrepitosas
tormentas y bajas mareas, sin tregua ni paz que se sintiera. Sentía por momentos que me ahogaba en los
días tristes y decaídos que marcaron mi existencia. Sentía por días que respiraba dicha y placer
cobijada y tranquila con la cara al cielo.
"Quiero morir cuando decline el
día… " pero sabía que esa muerte no acaecería.
Sí, supe que no era feliz y
aquilataba su desventura; me resentía a menudo y revoloteaban en mi las consecuencias de su irascible naturaleza. La agonía de los amores perdidos en su bohío le
embargaba el alma y nada de mi ser le recompensaba para alegrarla. En vez de arrullos escuchaba tangos; riñas cotidianas
duraron semanas y tal vez meses. Fueron
momentos trascendentales y me cuestionaba si es que era suerte o destino o maldición
o condena haber encontrado este nuevo el camino. ¿Es que todo lo que a mi alrededor sucedía sería presagio de lo que me esperaba?
Estaba convencida de que sus
inquietudes no eran más que luchas desesperadas, lágrimas y pesares que se ahogaban
en su seno. Esas armas del alma, con ríos de lágrimas y vientos de espinas me ahogaban
y laceraban mi sensible humanidad, flagelando el ensueño de mi simple materia que
sin tregua se formaba. ¿Y la luz del túnel
dónde estaba? Creí verla meses atrás.
¿Sería que no estaba ahí? Sería que todo lo que yo era y lo que yo representaba
era simple ilusión y seguiría mi alma penando?
¿Se estaría escribiendo de nuevo el epitafio en mi tumba? "Aquí yace y yace
bien…". Me aferraba a la vida,
pues mi espíritu ya sabía que no habría renuncia, no obstante las tempestades y
los arrebatos. Para morir hay mil
modos de lograrlo; para nacer uno sólo y había elegido hacerlo bien esta vez y
contra viento y marea.
Mi frágil
ser no encontraba compasión y sentía que me perdía. Mas
de repente vi algo que parecía la luz del pasaje que me salvaría. Todo mi
cuerpo se erguía, se empujaba hacia ese pasadizo: había llegado el momento y
veía la refulgencia ofrecida. Escuché
gritos de dolor cerca de mí, tan cerca que parecían los míos propios. Pero ya
había visto la luz y hacia ella corría a alcanzarla de la idéntica manera al
momento de mi iniciarse mi nasciturus. El
presagio del fracaso no se cumpliría.
Conforme los gritos se agudizaban a
mi alrededor y todo mi espacio se contraía en estrepitosos espasmos, mi propio
grito interno se convertía en una noción de vida; en una fuerza auto-dirigida que
tan profundamente sentía en mi ser; era la luz que llegaría a iluminarme, que
me dejaría vivir una vez más. Había
nacido.
Eran
las 3:30 horas del 3 de marzo de 1943.
Nació el Volcán Paricutín en Michoacán y Rosa
en la Ciudad de México. Se convirtió en piedra de toque para los que amó pues
ella sabría quiénes estaban hechos de oro y plata. "… Doña
Blanca, está cubierta, de pilares de oro y plata… romperemos un pilar para ver
a Doña Blanca… ".
*Estudiante del curso Análisis del texto literario
CEPE-CU, UNAM, México, D.F.
Foto: https://www.flickr.com/photos/kokichuelo/4508146378/