Crónicas, cuentos y anécdotas |
SoledadLaurel Goodrich* |
Yo vivo solo y siempre he vivido solo. Es más: siempre viviré solo. Vivo como un solitario y me encuentro muy cómodo así. No me gusta nada la gente. En absoluto. Huyo cuán lejos puedo cada vez que veo a los demás acercándose a mí, sigilosa y furtivamente como si fueran fantasmas. Llevan batas blancas con guantes y gorros que les hacen juego. Pero pese a que se vistan de blanco, sé que son unos espías malvados que nunca dejan de acosarme, mirándome día y noche con sus videocámaras escondidas en el techo. ¿Sabes tú lo que dicen ellos cuando piensan que no les estoy escuchando? Susurran cosas como “paranoico”, “sicótico”, “ermitaño” o “estilita” aunque saben perfectamente bien que nunca he meditado en toda mi vida y que además sufro acrofobia. Pueden ser tan crueles conmigo esas gentes horribles que nunca me entienden. ¡Los odio a todos! Hay uno que los demás tratan de “doctor”. Es el que me trata de forma especialmente cruel, sobre todo cuando se sienta frente a mí y se pone a hacerme contestar preguntas que ni siquiera comprendo por qué se pone a hacer. No tengo amigos a quien querer pero tengo a Osito. Él es muy pequeño y parece muy viejito. Su tejido está usado. Le falta el ojo izquierdo y un botón de su chaquetita. Cuando lo llevo en mis brazos, apretado contra mi pecho, duermo mejor. Creo que fue mi mamá quien me lo regaló. Nunca comprenderé por qué ella me dio el nombre de Soledad. *Estudiante canadiense del curso Trabajo de palabras UNAM Canadá |
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