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Para llegar al otro lado

Nicole Gallegos*

http://www.pictureninja.com/pages/mexico/image-traffic-near-mexico-city-monument.htm

Mi mamá se preocupa mucho por mí. Como a la mayoría de los norteamericanos, a ella le dan miedo los lugares desconocidos. Y cuando le dije que yo iba a mudarme a la ciudad de México, ella reaccionó como si me fuera a la ciudad más peligrosa en todo al mundo. Cuando llegué a México, para que ella se calmara, le expliqué que la ciudad de México era muy segura (más o menos) y la única cosa que podría hacerme daño era cruzar la calle. Esa idea fue exitosa para tranquilizar a mi mamá, pero si ella supiera la realidad del tráfico y cuántas estrategias son necesarias para cruzar una calle aquí, su respuesta habría sido diferente.

No creo que los mexicanos entiendan lo confuso que es para una extranjera navegar por las calles a pie. Yo soy de una tierra de pasos de peatones, semáforos (que todos obedecen), y leyes que sólo permiten que la gente cruce la calle en lugares específicos. Y también soy de un país donde casi nadie camina, sólo maneja. Por eso caminar ya es algo difícil para mí. Entonces, mi primer día en la ciudad de México pasé casi todo el día esperando en una esquina, un paso adelante y otro atrás, adelante, atrás, como en un baile, buscando una oportunidad segura para correr a toda velocidad.

Hace un mes que llegué aquí y mis técnicas de cruce de calles han mejorado. Un poco. Claro, es muy fácil si hay otros peatones, sólo tengo que fingir que estoy con ellos, y caminar muy cerca, de preferencia que ellos estén entre mí y los carros. No parece que ellos se den cuenta de la gringa transitando junto a ellos, porque pueden caminar en las calles mientras envían mensajes de texto en sus celulares. Solo Dios sabe cómo pueden hacer eso, y como saben que el tráfico va a parar para que ellos pasen. Por mí no se detiene nada. Por eso, me quedo sin esperanza si llego a la esquina sola. Estoy convencida de que la mejor manera será correr con los ojos cerrados y orar porque todo resulte bien. Creo ser famosa en mi barrio por hacer eso. No es poco común encontrar un grupo de mis vecinos esperándome a la hora pico para burlarse de mí. Si cruzo en menos de veinte minutos, me aplauden. Una vez había un grupo de mariachis en la esquina opuesta y juro que estaban apostando, porque parecían decepcionados cuando llegué viva.

Pero me he dado cuenta de que la dificultad para atravesar la calle también es una de las razones por las cuales estoy tan enamorada de México, porque mucha de la vida está en las calles. En comparación con mi país, los mexicanos usan sus aceras. A mí me encanta encontrar a las familias sirviendo la cena, los niños jugando futbol, los mariachis tocando, y personas vendiendo cualquier cosa en las calles. Obviamente tuve que acostumbrarme al ruido, al trajín, y a los peligros. Tuve que aprender a ser paciente cuando los chicos que pintaban sus carros en la calle me pintaban a mí también. Tuve que mantener la calma cuando los fieles encienden fuegos artificiales para celebrar a los santos a las cinco en la mañana. Pero estoy aprendiendo y adiestrándome, y hasta ahora no he chocado.

* Estudiante estadounidense de Español, Intermedio 1
CEPE-UNAM México D.F.