La actualidad de las ideas de Luis Barragán:
opiniones expertas y encuentros personales
Aleksandr Stoliarchuk*
El espacio vital de una ciudad moderna está formado por muchos factores. Algunos de ellos se remontan fácilmente a los descubrimientos realizados en la primera mitad del siglo XX por arquitectos europeos. Otros factores en juego son algo menos obvios, tales como las ideas del arquitecto mexicano Luis Barragán. Nuestro objetivo es mostrar de qué modo contribuyeron a moldear el ambiente urbano del mundo donde vivimos.
El presente escrito está dirigido principalmente a extranjeros con poco conocimiento de la obra de Luis Barragán, pero al mismo tiempo puede resultar de interés para sus compatriotas como una mirada desde el exterior. El autor ha tenido en cuenta las opiniones de reconocidos expertos en arquitectura. No obstante, debido a la limitación de sus propias competencias, no podremos ofrecer a ambos grupos de lectores más que una perspectiva esencialmente subjetiva.
Francis Kéré, Centro de Salud y Bienestar Social en Laongo, Burkina Faso, 2014.
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Dos influencias principales contribuyeron a la formación de la perspectiva que adoptamos en este texto. La primera influencia es el incuestionable dominio internacional de la arquitectura moderna. La segunda es la que el autor de este ensayo preferiría atribuir a su propio gusto.
Para comprender cómo operan las dos influencias mencionadas, tomemos primero la evidencia material: los interiores del departamento de quien esto escribe en la capital rusa. Las habitaciones ubicadas en la quinta planta están bien iluminadas, las paredes están pintadas en colores claros y uniformes, los volúmenes son simples, las esquinas son rectas. Notemos también la ausencia casi total de simetría y elementos decorativos. Se puede ver que este espacio deja a sus habitantes con pocas distracciones y así les brinda la oportunidad de trabajar, descansar, pensar y crear según su propia disposición.
Figura 1. El departamento del autor en Moscú. |
Veamos ahora a qué paradigmas arquitectónicos pertenecen las características del diseño interior.
La arquitectura moderna fue forjada en la Europa de los años 20, que era un campo abierto a la experimentación estética, sobre todo en los países cuyos sistemas políticos e ideológicos no sobrevivieron a la Gran Guerra, tales como Alemania, Austria, Italia y Rusia. El fundador de la Bauhaus, Walter Gropius, los arquitectos y urbanistas Le Corbusier, Hannes Meyer, Ludwig Mies van der Rohe, Giovanni Michelucci y Frank Lloyd Wright, los constructivistas soviéticos El Lisitski, Vladimir Tatlin, Moiséi Guínzburg, Konstantín Mélnikov y los hermanos Vesnin, por nombrar solo algunos, crearon el nuevo paradigma arquitectónico caracterizado por “la simplificación de las formas, la ausencia de ornamento y la renuncia a la composición clásica.”[1]
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Figura 2. Obras de arquitectos y diseñadores modernistas de los años 20 y 30 del siglo XX.[2] |
Hablando de los países más impactados en las crisis de la época, nos faltó mencionar uno, donde la ruptura con el antiguo orden era sumamente perceptible: el México posrevolucionario. Ahí es donde nació, se formó y se educó, y a donde volvió después de unos años pasados en Europa, el arquitecto e ingeniero Luis Barragán para poner en práctica las nuevas ideas arquitectónicas, pero de una manera muy singular.
"La arquitectura debe respetar los valores culturales y las tradiciones de cada lugar."[3]
Esta es solo una de las ideas de Luis Barragán, quien al regresar a su país compartía las creencias de sus colegas europeos, pero más tarde divergió de la corriente dominante del modernismo y de su forma extrema conocida como el funcionalismo. ¿Qué rasgos del paradigma modernista y funcionalista compartía Barragán y cuáles se resistía a trasladar a su propia obra? Consideremos dos ejemplos clásicos de la arquitectura moderna rusa para verlo: el Edificio Tsentrosoyuz, diseñado por Le Corbusier y el Edificio Narkomfin, diseñado por Guínzburg.
Figura 3. Le Corbusier, edificio Tsentrosoyuz, Moscú, 1928-1936. |
Ambos se ubican en Moscú y fueron construidos en la primera mitad de la década de 1930. Ambos, parafraseando el famoso dicho de Le Corbusier[4], son máquinas de vivir o trabajar.
Los dos edificios cuentan con habitaciones espartanas, espacios y servicios compartidos y pasillos interminables en los que uno se siente como un elemento despreciable, un insecto aplastado por la enormidad de su hábitat.
Fiel a la sencillez de formas y la claridad de líneas inherentes a la arquitectura modernista y funcionalista, Luis Barragán diseñó viviendas de disposición y tamaño apropiados para el individuo, quien, como sabemos, es la medida de todas las cosas.
Desde 1936 Barragán vivió en la Ciudad de México. En 1940 adquirió terrenos al sur de Chapultepec, a lo largo de la actual avenida Constituyentes, donde dos de sus famosos proyectos iban a realizarse. El segundo lo veremos al final de este texto; el primero es conocido hoy como casa Ortega.
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Figura 4. Casa Ortega (jardín). |
El arquitecto concentró su atención en el espacio exterior, un jardín dividido en secciones irregulares. Estas características reflejan uno de los principios clave de planificación del espacio que propuso Barragán:
"La arquitectura debe tener una relación armoniosa con la naturaleza y las emociones humanas."
¿Cuál es el vínculo visual entre la naturaleza y las emociones humanas? La respuesta parece obvia: la asimetría, una de las bases de la arquitectura modernista con la que se armó Barragán. En este sentido, él heredó claramente algunos de los conceptos propagados por el escritor, artista y diseñador de huertos germano-francés Ferdinand Bac, que incluía en su obra partes de “naturaleza salvaje”, y cuyos escritos teóricos fueron una importante fuente de inspiración para el arquitecto mexicano a lo largo de su carrera creativa.
Junto con la replanificación del huerto en el terreno de la casa Ortega, Barragán hizo diversas intervenciones a la construcción existente. Aquí se pierden los paralelismos con la modernidad europea y entra en escena una novedad total: los colores de México.
"El color es una herramienta poderosa en la arquitectura, capaz de crear atmósferas y emociones."
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Figura 5. Casa Ortega (edificio). |
Si en la casa Ortega amplios espacios de paredes vacías están cubiertos predominantemente con el rosa y el terracota, en las obras posteriores del arquitecto mexicano los colores crecen tanto en número como en brillo. A mediados de los años 70, cuando Barragán creó la icónica casa Gilardi, su paleta floreció con los tonos más atrevidos del amarillo, el naranja, el rojo, el lila y el azul. Aun así, nos falta un elemento importante: Barragán se abstuvo de usar el color verde, dejándoselo a los árboles.
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Figura 6. Casa Gilardi. |
Ahora nos acercamos a otro rasgo distintivo de sus espacios, el cual puede calificarse de moderación casi monástica. Las casas y jardines de Barragán se sienten como santuarios de tranquilidad y contemplación.
"La serenidad, la sencillez y la espiritualidad son los pilares de una buena arquitectura."
Esto se ve claramente en dos proyectos de arquitectura pública realizados a finales de los años 40 y en los años 50 en la Ciudad de México: los jardines del Pedregal y la capilla del convento de las Capuchinas Sacramentarias del Purísimo Corazón de María.
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Figura 7. Jardines del Pedregal. |
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Figura 8. Capilla de las Capuchinas. |
Aparte de los colores, lo que más llama la atención en estos proyectos, así como en otros diseños de Barragán, es la luz. Casi nunca es directa. Siempre está en función del tiempo, es decir, actúa dinámicamente como reflejo indirecto del paso del sol, de modo que el habitante de la casa no se aburre con faces luminosas.
Esto provoca a menudo el efecto que se observa en un famoso cuadro de Magritte donde la luz del sol convive con una farola encendida. Un efecto de magia.
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Figura 9. René Magritte, El imperio de las luces, 1954. |
En las obras de Luis Barragán el color, la luz y la geometría se conjugan de manera armoniosa para hacer feliz al habitante, porque...
"La arquitectura debe ser una alegría."
Y justo así son las Torres de Satélite, erigidas en 1958, que se convirtieron en una de las primeras esculturas urbanas de grandes dimensiones tanto en la Ciudad de México como en todo el país. Las torres tienen de 30 a 52 metros de altura y están pintadas de colores vivos.
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Figura 10. Torres de Satélite. |
Barragán nunca había estado a favor de los rascacielos, no creía que alguien debería vivir lejos de la tierra. Sin embargo, también sabía que los rascacielos son agradables a la vista, así que hizo lo que pudo para que la gente fuera más feliz con sólo levantar la mirada y admirarlos.
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Antes de resumir todo lo anterior y abordar la cuestión de la actualidad de Barragán en el mundo de hoy, consideremos lo que mencionó en 1980 el jurado del Premio Pritzker con ocasión de otorgarle el "Nobel de arquitectura": "Honramos a Luis Barragán por su compromiso con la arquitectura como acto sublime de la imaginación poética. Ha creado jardines, plazas y fuentes de una belleza inquietante —paisajes metafísicos para la meditación y el compañerismo—. Una aceptación estoica de la soledad como destino del hombre impregna la obra de Barragán. Su soledad es cósmica, con México como la morada temporal que acepta amorosamente."
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Figura 11. Casa-taller Luis Barragán. |
La morada temporal de Barragán, en un sentido más estrecho, era su casa-taller, construida en 1948 en las proximidades de la ya mencionada Casa Ortega.
La casa-taller Luis Barragán es reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad y se considera una obra magna de la arquitectura, "que integra en una nueva síntesis elementos tradicionales y vernáculos, así como diversas corrientes filosóficas y artísticas de todos los tiempos." Entre estos elementoshay iconos ortodoxos que el autor de estas líneas vio cuando visitó la Casa Barragán el año pasado.
Figura 12. Casa-taller Luis Barragán. |
Efectivamente, se encuentran en ella casi todos los elementos característicos del estilo de su creador: las ventanas grandes, los rayos de sol que aparecían como de la nada, los muebles cuidadosamente elegidos, las paredes coloridas, las escaleras inesperadas, la lámpara de ingeniero que le recordaban a Luis Barragán sus años de estudiante y el árbol que crecía detrás de la ventana de su dormitorio y daría más y más sombra cada año a través de los años, como apagando la luz paulatinamente hacia el último punto de la vida del ilustre arquitecto.
No cabe duda de que sus ideas han perdurado más allá de ese punto.
"La certeza de nuestra muerte es fuente de vida, y en la religiosidad implícita en la obra de arte triunfa la vida sobre la muerte."
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Observemos brevemente cómo se deja sentir la influencia de Luis Barragán en la vida contemporánea limitándonos a las obras e ideologías arquitectónicas de algunos de los ganadores del Premio Pritzker en el siglo XXI. Para mayor imparcialidad, daremos la palabra a los expertos, entre quienes existe la creencia de que “en los últimos cuarenta años se ha consolidado un claro y fuerte movimiento”[5] de los que comparten diversos aspectos de la cosmovisión del arquitecto mexicano.
Glenn Murcutt (Australia, honrado con el Premio Pritzker en 2002)
“Sus obras se han descrito a veces como una síntesis de Mies van der Rohe y el cobertizo de lana autóctono australiano”[6] y están caracterizadas tanto por la “claridad absoluta y simplicidad exacta”[7] como por “el planteamiento de una vida personal, que implica la aceptación de valores asociados a la cotidianeidad.”[8]
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Figura 13. Glenn Murcutt, casa Marika-Alderton, Territorio del Norte, Australia, 1994. |
Peter Zumthor (Suiza, 2009)
El arquitecto suizo trata “la atmósfera como campo fenomenológico“[9] y “retoma fenómenos que afectan a los sentidos desde su materialidad, tales como el agua, la luz o la textura de los materiales.”[10] “Su arquitectura expresa el respeto por la primacía del lugar, el legado de una cultura local y las inestimables lecciones de la historia de la arquitectura.”[11]
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Figura 14. Peter Zumthor, Casa propia en Haldenstein, Suiza, 2006. |
Shigeru Ban (Japón, 2014)
“La elegante sencillez y aparente facilidad”[12] de las obras de Shigeru Ban surgen entre otras cosas de su capacidad de "crear una atmósfera translúcida, casi mágica"[13] a través del uso de la “luz difusa y suave que rellena el interior de la casa.”[14]
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Figura 15. Shigeru Ban, Catedral de cartón en Christchurch, Nueva Zelanda, 2013. |
Alejandro Aravena (Chile, 2016)
Conocido como el creador de “un rico entorno de espacios vivos, interesantes y acogedores,”[15] Alejandro Aravena está convencido de que los proyectos de diseño urbano deben “convivir con la naturaleza y no resistirla,”[16] lo que se ejemplifica en su famoso espacio público, el Parque Bicentenario de la Infancia de Santiago de Chile, cuyo principal objetivo es “ser una invitación a acercarse a los entornos naturales.”[17]
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Figura 16. Alejandro Aravena, Parque Bicentenario de la Infancia de Santiago de Chile, 2012. |
Francis Kéré (Burkina Faso, 2022)
El Pabellón Serpentine, en Londres, diseñado por el ganador del Premio Pritzker 2022, fue considerado como “un símbolo de los colores africanos por sus paredes azules y por la forma de árbol de la construcción.”[18]
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Figura 17. Francis Kéré, el Pavillón Serpentine, Londres, 2017. |
Según el jurado del premio, Francis Kéré logró incorporar “dimensiones locales, nacionales, regionales y mundiales en un equilibrio muy personal de experiencia de base, calidad académica, baja tecnología, alta tecnología y multiculturalismo verdaderamente sofisticado.”[19]
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Figura 18. Francis Kéré, Centro de Salud y Bienestar Social en Laongo, Burkina Faso, 2014. |
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“Ciertas ideas están en el aire. Todos somos impresionables porque estamos hechos de ellas; todos somos impresionables, pero unos más que otros, y éstos las expresan primero. Esto explica la curiosa contemporaneidad de los inventos y descubrimientos.”[20] Y esto explica también cómo Luis Barragán, que fue considerado como “un personaje aislado,” se ha convertido en “un genio atemporal.”[21] Desde hace décadas sus inventos y descubrimientos han sido el aire que todos respiramos, sabiéndolo o no.
La “claridad absoluta y simplicidad exacta” del australiano Glenn Murcutt, la arquitectura fenomenológica del suizo Peter Zumthor, la luz difusa del japonés Shigeru Ban, la naturaleza integrada en las jardines del chileno Alejandro Aravena, la concienciación cultural y la audacia colorística del burkinés Francis Kéré reflejan la polifacética herencia que dejó el gran mexicano a las nuevas generaciones de arquitectos y al mundo en general, en varios continentes y en diversos entornos, incluido un pequeño departamento en la quinta planta de un edificio en el norte de Moscú.
Figura 19. Moiséi Guínzburg, edificio de la casa de viviendas del Narkomfín, Moscú, 1930. |
*Estudiante de Rusia del curso Español 8
Profesora: América Delgado
CEPE-CU, UNAM, Ciudad de México
Figura 4. Moiséi Guínzburg, edificio de la casa de viviendas del Narkomfín, Moscú, 1930. |
Figura 2. Wikimedia Commons.
Figura 3. Wikimedia Commons.
Figura 4. Wikimedia Commons.
Figura 5. ortegamexico.com
Figura 6. ortegamexico.com
Figura 7. archdaily.com
Figura 8. instagram.com/casa_pedregal
Figura 9. mxcity.mx
Figura 10. Peggy Guggenheim Collection
Figura 11. Wikimedia Commons. https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/d/dc/Torres_de_Satelite.jpg. Sin anunacios comerciales
Figura 12. casaluisbarragan.org
Figura 13. casaluisbarragan.org
Figura 14. pritzkerprize.com
Figura 15. pritzkerprize.com
Figura 16. pritzkerprize.com
Figura 17. pritzkerprize.com
Figura 18. pritzkerprize.com
Figura 19. pritzkerprize.com