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Cómo me conocí a mí mismo al caminar por la Alameda Central, en el DF

Cristiano Gabrielli*


Foto: http://www.nwitimes.com/news/local/lake/munster/cast-of-
thousands-contributes-to-jesus-of-nazareth-production-at/article_
451394b3-1881-5103-9dd2-10582dcd7d83.html

Pasear en el Centro del D.F. es siempre, para mí, una experiencia de vida o una motivación para hacerme preguntas. Me parece que se puede encontrar en la gente, en sus caras, en los rincones que casualmente vas a descubrir y en lo que te sugieren, algo que pueda hacerme entender más de esta cultura y también de la mía y de mí mismo.

Esta vez, la tercera y la más larga que he estado aquí a México, es como si el choque entre mi cultura y la mexicana me llevara a hacer salir algo de más ancestral en mí. Es chistoso mirar esto, porque mi lectura de la cultura mexicana (que en mi opinión es sincrética en su más profunda naturaleza) fue para mí siempre totalmente entusiasta y nunca combatida. Además, puedo sin duda decir ahora que mi naturaleza cultural básica es claramente de matriz cristiano-occidental; lo siento mucho y a veces demasiado, en mi alma escéptica.

Esto lo descubrí en mí mismo en estos días pasados, con mucha sorpresa, tengo que decir. Jesús es un viejo que vende tonterías en la Alameda Central; lo conocí un día de paseo casual, indeciso si mirar otra vez el mural de Diego Rivera que me obsesiona, también yo como los personajes del mural buscando mis sueños, buscando algo con los ojos en las cosas y los colores del pequeño mercado, de verdad bastante turístico. Jesús tiene, entre un montón de otras medallas y símbolos, La Santa Muerte, La Virgencita, Estrellas de cinco puntas, una pequeña mano de Fátima que me gustó para mi hija. Solo diez pesitos, me dice Jesús con su cara india y llena de sabiduría, puede estar llena solo de historia, sol y fatiga. También le va a servir esto, y me pone en mi mano una pequeña medalla, sacándola da un montón de otras que tiene en su mano. Estoy sin palabras: es la misma imagen, más grande y clara, que encontré en la calle diez días antes. Una pequeña pulsera de bolillas rojas y medallitas de metal sin valor, recogida en la calle y cuasi olvidada. Esto le va a servir si tiene problemas o alguien que tiene enfermedades. San Benito, exorcista. No entiendo, Jesús, disculpe: usted aquí tiene todas las fes y todos los símbolos, ¿en qué se tiene que creer, entonces? Cada cosa tiene su precio aquí. Diez pesos le vale, diez pesos le cuesta……Diez pesitos solamenteUn precio muy barato para una medallita y un encuentro casual con el alma misma, o con un sueño, en la Alameda Central.

*Estudiante italiano de Intermedio 1
CEPE  Polanco, UNAM, México, D.F.