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Reseña: "Historias de vida. 21 mujeres de Durango"

Rosa Spada Suárez*

Foto: http://www.intersip.org/2013/03/invitan-a-la-presentacion-
de-la-obra-historias-de-vida-21-mujeres-de-durango/

Y no quisiera olvidar
A ninguna, aunque bien sé
Ni están todas las que son
Ni son todas las que están.

Rosario Castellanos.

Es un doble placer haber sido invitada a presentar el libro titulado "Historias de vida. 21 mujeres de Durango", de la escritora duranguense María Rosa Fiscal. Primero, porque siempre es grato leer sobre mujeres, y segundo, al ser profesora de asignatura de la materia "Escritoras Mexicanas Contemporáneas" en este Centro de Enseñanza para Extranjeros de la UNAM, sede C. U., me emociona profundamente incursionar en la vida de otras mujeres, en esta ocasión de las mujeres duranguenses. Durango representa en el imaginario popular "la tierra de las mujeres bonitas", "la tierra del cine" y "la tierra de Francisco Villa". Durango tiene en su haber más de 120 producciones cinematográficas, tanto mexicanas como extranjeras. María Rosa Fiscal nos cuenta lo siguiente:

En 1954 se filmó en Durango la primera película del género del oeste: White Feather, que se distribuyó con el título de La ley del Bravo. A partir de ese año se inició en nuestro estado una intensa actividad cinematográfica de compañías estadounidenses y mexicanas que aprovecharon los espléndidos escenarios naturales y la intensidad de la luz de sol que, además, se oculta casi dos horas más tarde que en otros sitios-, lo que les permitía filmar más tiempo y concluir la película con un costo menor[1]

En cuanto a las mujeres, María Rosa Fiscal se ha dado a la tarea de escribir la vida de algunas de ellas. Y aquí es pertinente que entren en juego estas preguntas: ¿por qué es valioso leer semblanzas de mujeres?, ¿por qué es importante revalorar la vida de las mujeres de nuestro país? ¿será que al adentrarnos en estas vidas nos remiten a nuestras propias vidas?¿o nos llevan a revalorar a las mujeres de nuestra familia, nuestro entorno escolar, nuestra infancia?

Sin ir más lejos, al leer estas vidas en mi mente fueron surgiendo como imágenes fotográficas mi abuela materna quien me leía en voz alta algunos titulares de las noticias del periódico y con ello alentó en mi leer la nota periodística completa, o de mí tía Margarita, quien con toda la paciencia del mundo me enseñó a dibujar montañas. O mi profesora de primer año de primaria, que a cada alumna nos tomaba de la mano y nos enseñaba a poner el lápiz en la posición correcta y que no aceptaba ningún borrón en las tareas. Aún conservo nítida la imagen, de mi primera cita con una mujer dentista, quien me anestesiaba primero con lidocaína local y después me ponía la anestesia con una gran inyección, sin sufrir ningún dolor. O también salta a mí memoria la primera lección de ética de mí profesora de 3er. año, quien exclamaba en voz alta: "A todo el mundo podrán engañar, menos a ustedes".

En fin, adentrarnos en las vidas de estas mujeres nos hace revivir muchos de nuestros mejores recuerdos con las mujeres maravillosas de nuestra propia vida. María Rosa Fiscal se ha dado a la tarea de indagar en archivos, bibliotecas y hemerotecas; también ha realizado ocho entrevistas telefónicas y doce entrevistas personales, para descubrir y develar la vida de estas mujeres duranguenses, unas porque nacieron ahí y otras porque adoptaron a Durango como su terruño. Se apropiaron del lugar para dar rienda suelta a sus sueños, a sus inquietudes, a su crecimiento personal. Lo eligieron para construir día a día su existencia. Así nos lo hace saber la autora, la cual cita al poeta Dionicio Morales sobre la elección de la pintora Irene Arias de vivir en Durango: "Irene eligió por voluntad propia o por cuestiones del destino- el estado de Durango para hacer de este territorio la morada en el que ha desarrollado la mayor parte de su obra creativa".[2]

Lo valioso de este libro es que no solamente nos hace un retrato hablado de las mujeres, sino que nos muestra todo un abanico de profesiones: desde la mujer mesera con 59 años de servicio, hasta las taxistas o pilotas de aviones. O las famosas "extras" en las películas. Fiscal, nos describe detalladamente el trabajo de Cruz Parra Hernández para quien el cine era la gran cosa:

En 1959, Crucita comenzó su larga carrera como extra para las compañías cinematográficas. Ese año se filmó la película The Unforgiven (distribuida como Lo que no se perdona), donde ella tuvo su primer trabajo El trabajo de los extras es duro. Deben "estar parados, sin moverse y sin voltear a la cámara porque la película (como repetía el director incesantemente) no es para ustedesCrucita representó distintos papeles: gente de pueblo, indígena, parroquiana en la cantina, campesina o mujer anónima entre otros. Le agradaba que la escogieran por "su tipo de india" y disfrutaba el maquillaje que utilizaba para cada papel, así como los collares de colores que adornaban su cuello. Nunca se sintió discriminada por parte de los estadounidenses; en cambio, los mexicanos ni siquiera dirigían la palabra a los extras; mucho menos lo saludaban.[3]

María Rosa Fiscal también se adentra en las mujeres cuyas pasiones en la vida son las bellas artes, entre las cuales destacan la pianista Belén Santa María, quien dejó la siguiente impresión en la autora:

Vi a la señora Belén, en su estudio, una sola vez. Mi tía abuela Luz deseaba intensamente que yo estudiara piano y nadie mejor como maestra que la afamada señora Belén Llegamos con toda puntualidad y mi tía le expuso el motivo de nuestra presencia en su casa. Yo tendría alrededor de ocho o nueve años y no articulé una sola palabra. La señora Belén me miró atentamente y me dijo: "Chita, ya estás muy grande para empezar a tocar el piano". Por supuesto, rehusó aceptarme como alumna. Mi tía Luz y yo enrojecimos de vergüenza; me tomó de la mano y salimos de la casa.[4]

O las que montaron estudios fotográficos, o las que por elección dejaron su tierra para enseñar inglés. O la primera mujer que vistió pantalones.

La autora ha escrito sobre diversas mujeres, en los que demuestra su admiración y su pasión por cada una de sus biografiadas, el inmenso cariño que les tiene, todo lo que le han inspirado, así como la ternura que le provocan, sin olvidar lo mucho que han significado para la tierra duranguense y para el mundo de María Rosa, y ahora para nosotros, los lectores de estas vidas.

En su conjunto, estas vidas nos muestran el universo femenino o, para decirlo de otra manera, nos descubren el mundo a través de la mirada femenina. Fiscal cava hondo al desentrañar las historias de vida. Nos devela lo que ha significado para Durango la participación de estas mujeres y cómo su actuación ha jugado un papel central en los diversos aconteceres políticos con la presencia de Belén de la Parra de la Peña -primera regidora en el Cabildo de Durango- y de Ángela Mena García -primera mujer en ocupar una curul en H. Congreso de Durango, o Lilia Isáis, primera y única presidenta del Supremo Tribunal de Justicia de Durango; cabe aclarar que sin este libro de Fiscal, nadie sabría de la existencia de esta brillante abogada: Veamos lo que nos narra la autora:

El camino no fue fácil -me comentó alguna vez- y hubo algunos abogados que se opusieron a su nombramiento como magistrada. Su nombre no figura en ninguno de los dos tomos de Hombres y mujeres célebres de Durango, del profesor Manuel Lozoya Cigarroa, y tampoco encontré ningún expediente que me facilitara toda la información sobre su carrera profesional. Parecía, entonces, que su paso por el mundo del derecho en Durango fue un sueño que soñamos quienes la conocimos. No fue así: existió y dedicó su vida a su carrera. Todavía hay abogados (alumnos suyos en su momento) que recuerdan su nombre, aunque ignoran la historia de su desempeño profesional. Otros la conocieron en la Escuela Preparatoria y saben que hablaba francés.[5]

María Rosa Fiscal indaga sobre trabajos extenuantes, como el de mesera Teresita Díaz o el de la taxista Norma Villarreal Hernández, o los hasta hace poco exclusivos de los hombres, como el de las pilotas de avión Inés Pérez Gavilán León y Erika Ochoa. Sin olvidar a las profesoras María Pompeya Mena Vázquez, a María Ávalos, a la profesora norteamericana Nellie Mc Caughan o a la profesora de francés Mercedes Bracho de Torres.

La autora nos muestra casi fotográficamente, a través de su pluma, los valores femeninos, entre los que destacan la intuición y la valentía, como cuando Inés León Rothiot "acompañada por dos peones, salía todas las mañanas a las 5.00 a.m., en un carro de mulas. Llevaba una pistola y un rifle, por si fuera necesario".[6]

También están presentes la entereza, el aplomo y las metas, con el ejemplo de Erika Ochoa al decidir estudiar como piloto. Su propia madre admira a su hija y con orgullo la describe: "su carácter, la fortaleza, su perseverancia y decisión para alcanzar sus metas".[7]

Presentes también la dignidad y la búsqueda de oportunidades, como en el caso de Norma Villarreal Hernández, quien después de vivir el sueño americano optó por manejar un taxi para mujeres: "Tuvo varios trabajos temporales hasta que, en el año 2000, junto con sus padres y una hermana de nueve años, decidieron emigrar a los Estados Unidos de América en busca del sueño americano". Al regresar a Durango, el Estado emitió una convocatoria invitando a las mujeres a obtener un crédito para la compra de un auto-taxi (solo para mujeres o mujeres con niños); el que Norma conduce lleva el nombre de María Rosa Fiscal.

A manera de colofón

Mi interés ha sido mostrarles unas breves pinceladas de este libro, en el cual nos podemos ver reflejadas y maravillarnos de estas vidas. Y también contemplar nuestra propia vida desde otras ópticas o, como dirían de la tierra duranguense, con otra intensidad de la luz del sol.

* Profesora de Literatura
CEPE-UNAM, CU, México, D.F

 


 

[1] María Rosa Fiscal, Historias de Vida. 21 mujeres de Durango, México, Instituto de Cultura de Durango/CONACULTA, 2012, p. 85.

[2] Ibid. P. 97.

[3] Ibid. P. 85-87.

[4] Ibid. P. 26

[5] Ibid. P. 90

[6] Ibid. P. 81

[7] Ibid. P. 112