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Un viaje inolvidable

Estefany I. Macías Rioja*

Para festejar el día del maestro (15 de mayo), el pasado 17 y 18 de mayo, el Colegio de Personal Académico (CPA) organizó una salida a San Miguel de Allende y Guanajuato. Con la guía y experiencia del arquitecto Fernando Lazcano, 19 profesores partimos de las instalaciones del CEPE, dejamos atrás la fresca ciudad de México y nos dirigimos al cálido pueblo de San Miguel de Allende. Ahí, el primer lugar que visitamos fue el Instituto Allende, recinto en donde se llegó a impartir clases de español y en la actualidad cuenta con una variada oferta de talleres artísticos. Después de ese recorrido, fuimos a la casa del Mayorazgo de la Canal, donde el maestro Lazcano nos explicó cómo era la vida cotidiana en el siglo XVIII. Un lugar obligado para visitar cuando uno va a San Miguel de Allende es su símbolo emblemático, la parroquia de San Miguel Arcángel. En este lugar, lo que más nos llamó la atención fue la celebración de una boda que culminó con un alegre baile fuera de la iglesia con unas botargas de novios, una pequeña banda y un montón de curiosos, incluidos nosotros, que se unieron a la celebración .

Tuvimos que dejar San Miguel de Allende y fuimos a Dolores Hidalgo para conocer la famosa parroquia de Nuestra Señora de los Dolores. Además de dar un vistazo a la iglesia, no pudimos irnos sin probar una de las nieves que se encuentran en el jardín. Yo probé la nieve de arándano, pero unos colegas más atrevidos, probaron la nieve de camarón y la de michelada.

Finalmente, llegamos a Guanajuato y las palabras que tengo para definirlo es una pequeña ciudad antigua con un espíritu joven. Los ríos de gente, la fiesta, la música nos llevaron hasta donde pasaríamos la noche. Una vez que nos instalamos, nos alistamos para visitar el mítico Callejón del Beso. El domingo llegó y desde temprano nos alistamos para ir a varios lugares como el Palacio Legislativo, el Mercado Hidalgo, la Alhóndiga de Granaditas y la Universidad de Guanajuato. Espacio falta para explicar con detalle los lugares que recorrimos; sin embargo, tengo que resaltar que este paseo no sólo fue enriquecedor desde una perspectiva cultural, sino que este viaje fue especial por la compañía, la convivencia, las anécdotas y la diversión que nos ha unido en una complicidad que nos alegra cada vez que nos volvemos a ver por los pasillos del CEPE.

Mientras repaso con alegría los recuerdos de este viaje, me da ilusión pensar en el destino al que llegaremos el próximo año.

* Profesora de Español
CEPE-UNAM, México, D.F.