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En el mar y en el pensamiento

Olivia Kapell*

En el mar y en el pensamiento

Cuando las mañanas olían a azúcar y sal de mar, tomábamos café y rollos de canela en la terraza del cuarto que compartíamos mi mamá y yo.

Me gustaba cerrar los ojos y escuchar las olas. No tenía que verlas para imaginar su fuerza, su chapoteo cuando llegaban, por fin, a la orilla. Imaginaba lo que había dentro de ellas: piedras cuyos destellos brillaban bajo del sol, una estrella de mar, venida de océanos remotos. Escuchaba la respiración de un pez rayado. Me deslumbraba el vidrio color turquesa… Todo lo que no vemos hasta que la ola rompe y nos saluda en la frontera con la tierra, soltando su energía después de su largo viaje.

No usaba sandalias en la terraza, aunque mi mamá siempre decía que mis pies se ensuciarían, que me enfermaría. Me agradaba la sensación de la madera suave bajo  mis dedos. Prefería estirar mis pies en los tablones y sentirme libre fuera de la opresión de los calcetines. Mi mamá hacía meditación para sentirse conectada con la tierra. Yo, solamente con quitarme mis calcetines y sentir los pies descalzos, alcanzaba una sensación de paz que llegaba sin anunciarse, que era profunda y física.

Tal vez fue el mar, o la terraza, pero creo que mi felicidad vino de la presencia de mi mamá junto a mí. Asocio la alegría con el viento salado, empujando las páginas de su libro y la manera en que ella daba tragos grandes cuando bebía agua con gas. 

Comencé a pensar en una vida sin ella y no pude hacerlo, así que miré el mar, escuché las olas y otra vez pensé en lo que estaba presente debajo de la superficie del agua.

La vida existe en formas que no vemos ni entendemos. Desearía que un día mi mamá y yo nos encontráramos en un rincón del mar, conviviendo con los peces, o escondidas en los granitos de arena, entre otros pies descalzos.

Si pudiera, me quedaría en esta terraza para siempre, con el sabor a canela en la punta de nuestras lenguas y el sonido de los pequeños ronquidos de mi mamá, mientras duerme con su novela de ficción en la mano. Yo tendría mi diario de cuero falso, e intentaría escribir sobre lo que me parece imposible: una vida sin mi mamá.

Imagen de la autora

*Estudiante estadounidense de Literatura
  CEPE-CU, UNAM, CDMX


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