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Visita al supermercado

Dominic*

En el supermercado

Voy cruzando el gran estacionamiento donde hay un fuerte sol y olor a gases de efecto invernadero. Ingreso a través de las puertas automáticas un poco horneado para juntarme con el relativo frescor del edificio. Recojo mi canastilla con los restos secos de líquidos de productos pasados. El ambiente es usual: los güeros y mestizos bien vestidos vienen con sus vidas importantes, sus búsquedas, compras habituales y a veces hablando consigo mismos o por teléfono. Un grupo de chavos organiza sus monedas para comprar una botella de Johnnie Walker con emoción. Los cajeros atienden sin pensar y los viejos que empacan las bolsas plásticas llevan sus sonrisas.

Sigo a través de la sección de panadería para llegar a la sección de frutas, verduras y carnes frescas. Llego para comprar mi filete de basa (pescado). El chavo atrás del mostrador me pregunta con una sonrisa, “¿en qué puedo ayudarlo, caballero?” Lleva la alegría de un joven. Déjame con mi filete y la sonrisa de un joven bastante joven para saber.

Llego a la caja de la panadería por una bolsa de papel y el código de barras para mis bolillos. Saludo a la señora detrás del mostrador con una sonrisa. Me la devuelve con un saludo a media fuerza. Su comportamiento permanece impersonal. Cuando le pregunto con más cháchara, me ve con la misma fuerza y con pocas palabras. Sus ojos me dicen todo: no somos los mismos, yo soy morena y tú eres güero. Gente como tú me paga muy poco y me hace pobre con un sueldo que no me da la oportunidad de vivir una vida con dignidad. Soy la raíz que alimenta la flor venenosa que eres tú. No voy a darte la oportunidad de tener una auténtica interacción personal.

Con mis bolillos y filete en mano voy a las cajas y a la fila de cinco personas. Paso en frente de la cajera, que me da una mirada y un saludo superficiales. Veo los restos secos de líquidos de productos pegados sobre el escáner. El viejo llena una bolsa con mis compras y da una sonrisa y una despedida que viene con la propina. Él regresa a tratar sus bolsas con cuidado, como si fueran su bebé.

Cruzo hacia fuera de las puertas automáticas. Me siento medio aturdido. Miro al cielo y mi cara se reúne con el sol caliente y el olor de los gases de efecto invernadero.

Fuente de imagen: https://pxhere.com/es/photo/75307

 

*Estudiante del Taller de Crónica Literaria
  CEPE-CU, UNAM, CDMX


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