El ritual funerario en Francia
Pierrick Jacquet*
En Francia, el tema de la muerte es todavía un pequeño tabú. No es fácil platicar del final de la vida. Tenemos muchas palabras y expresiones para hablar de la muerte sin citarla. No queremos pensarlo, pero sabemos que algún día moriremos.
La sociedad es multicultural y cada uno puede tener una visión diferente de la muerte. Además, la religión, las creencias, las tradiciones y nuestra propia filosofía de vida puede influenciar esta visión. Para algunas personas, la muerte es un fin, para otras, es el principio de algo nuevo o un camino desconocido, pero para todas es algo triste.
El ritual funerario es formal, pero no idéntico: una ceremonia religiosa por aquí, una ceremonia laica o civil por allá; con muchas personas o con pocas personas; de manera pública o privada. Ya que el dolor y la tristeza acompañan a la familia y los amigos de quien ha fallecido, es muy importante reunirse durante esta etapa de la vida. Es evidente que es un paso obligatorio pero temido, que quisiéramos retrasar lo más posible. Sin embargo, a veces, la muerte puede ser una liberación, por ejemplo, después de una larga y difícil enfermedad. Pero es siempre un momento triste para los vivos.
El ritual funeral es la ocasión para rendir homenaje a la persona, para darle una última despedida. Ofrecemos nuestras condolencias a la familia, la gente se pone ropa negra u oscura, hay discursos, palabras, flores, lágrimas... Sabemos que en este momento no podemos reír o estar felices. Luego, viene la inhumación o la cremación. A veces encontramos personas que nunca habíamos visto en nuestra vida, como un vecino, un colega, un amigo... personas desconocidas para nosotros, pero conocidas para quien ha fallecido.
Al final de la ceremonia, es habitual reunirse en la casa de la familia con las personas más cercanas para comer, tomar y contar nuestros recuerdos. Es una manera de recordar a la persona que nos ha dejado. Así el duelo es más soportable. No obstante, es más fácil aceptar la muerte de una abuela que la de un niño, por ejemplo. Por eso, a veces, el dolor nunca se va y el duelo dura años.
Finalmente, no todos somos iguales, hasta en los funerales. Hay personas que no pueden pagar su propio espacio en el cementerio, hay personas que terminan su vida como la vivieron: solas y de manera invisible, mientras que otras pasarán en los medios y las noticias...
Fuente de imagen: MNJ, Las catacumbas de París.
* Estudiante de Francia del curso de Literatura Mexicana Contemporánea
CEPE-Ciudad Universitaria, UNAM, CDMX, México
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