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No es tan mala la vida de perros

James Andrew Dempster*

No es tan mala la vida de perrosYo les digo a todos que crecí en el campo, pero unos consideran que la parte de Nueva Jersey en la que vivía no es nada más que un suburbio de Nueva York. A pesar de esto, todavía creo que fui pueblerino. La posibilidad de que mi niñez no fuera glamorosa ni sofisticada, no significó que fuera mala; de hecho, creo que fue feliz. 

Aunque en ese entonces no me parecía extraño, siempre había muchos perros en mi pueblo. No fue sino hasta que cumplí doce años que observé que vivíamos muy cerca de “The Seeing Eye”, una de las organizaciones de perros guía más grande de Estados Unidos. Además, muchos de mis vecinos se ofrecían como voluntarios para criar cachorros. De repente entendí por qué me parecía que mis amigos tenían una mascota nueva año tras año y por más que sentía envidia, no podía evitar estar orgulloso de ellos. Creo que lo hacían no porque fuera divertido o una experiencia nueva, sino porque cambiaba la vida de los más necesitados.

The Seeing Eye, fundada en 1927, es la organización de perros lazarillos más antigua en el mundo. Emparejan más de 270 perros con personas ciegas cada año y ahora hay más de 10,500 perros guía activos en EU y Canadá. A pesar de lo complicado que pueda parecer, el proceso es sencillo y muy efectivo. Primero, entrenan a los voluntarios para que sepan cómo criar a los cachorros y que sean socializados y entrenados correctamente. No solo son una parte de la familia, sino que también enseñan a los niños cómo ser responsables.

En seguida, cuando los perros tienen entre 13 y 16 meses, regresan al centro para continuar su entrenamiento.  Pero, ¿cómo podrían separarse de su perro? Lo más probable es que han de haberse sentido parte de algo más grande. Aunque quienes los hayan criado los extrañen, estos animales magníficos continuarán realizando un trabajo importante.  

Después, pasan por el “entrenamiento de desobediencia”, que significa enseñarles a desobedecer intencionalmente una orden en situaciones específicas para evitar un peligro potencial o tomar una mejor decisión de la que el manejador podría haber pretendido inicialmente. El perro no se graduará para ser guía a no ser que pase un examen exhaustivo e intenso.

Finalmente, toma tres semanas entrenar a la persona ciega que va a adoptar al perro antes de que sea emparejada. El día a día para los ciegos sería más difícil de faltarles el buen trabajo del perro guía. Con el paso del tiempo, van integrándose mejor en la sociedad.

Hace unos meses me acordé de mi niñez con los perros guía. Conocí a un hombre en San Francisco, en la casa de un amigo, y él llevaba a su perro bien educado. Le pregunté dónde lo había comprado y me explicó que el perro fue de su madre ciega, que había fallecido unos meses antes. Le comenté de mis experiencias con los perros guía cuando era niño y lo vi sonriendo. Él me explicó que había acompañado a su madre a Nueva Jersey para obtenerlo y conoció bien el pueblo en el que yo vivía. Y en ese momento sonreí y sentí mucha nostalgia por mi pueblo.

 

*Estudiante del curso en línea Español 7
 Profesora: Sofía Bautista Martínez
 CEPE-CU, UNAM, Ciudad de México

Imagen: James Andrew Dempster


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