Flores de Nieve, Revista de estudiantes y profesores de español
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Revista electrónica editada por estudiantes y profesores de Español y Áreas de Cultura de:

Crónicas, cuentos y anécdotas

Without a shadow

Yazmín Hananí Zurita-Gutiérrez*

Shadows
Sombras
Foto: https://iphonephotographyschool.com/shadows/

7:00. No encuentro el despertador. En la oscuridad tiento el sitio usual sin éxito, ¿dónde lo puse? No veo nada, no hay un solo haz de luz que produzca ni una sombra. Creo que necesito una lámpara...

8:16. Desde la cocina se dibujan cuadritos luminosos de orillas difusas que se sugieren como las ventanas de los edificios vecinos. Yo preparo un desayuno sencillo y alisto el almuerzo entre otros “tiliches” que he de llevar al trabajo.

9:08. Salir a la calle siempre requiere algo de valor, afortunadamente los autobuses llevan calefacción. Desde el asiento del pasillo veo por la ventana y noto que casi todos los autos llevan las luces encendidas. Me entretengo viendo de reojo cómo el chico sentado a mi lado remueve sus anteojos de la cara, busca un paño en su bolsillo y luego genera vaho en sus micas para limpiarlas. Yo, que no uso lentes, pienso que es un ademán innecesario; en mi opinión es solo la bruma la que no nos deja ver bien a ninguno.

9:27. Salgo del autobús y entro en una atmósfera extraña; visualmente es como entrar en un sauna, térmicamente es más frío que mi refrigerador en casa. El ferry viene tarde. Usualmente su perfil azul y las letras en blanco se alcanzan a ver desde la parada del autobús; camino a su lado hasta que alcanzo mi lugar de trabajo, sitio exacto en el que el barco da un giro de 180° para continuar su camino de reversa.

9:37. Primer anuncio de la corneta del barco. Me asomo por la ventana pero es sólo la neblina sobre el agua. Sigo en mi tarea de preparar el café y cuando vuelve a sonar el barco, por fin, está en su sitio comenzando la reversa.

12:03. El equipo comienza a tener hambre, reconozco la figura de un compañero que se asoma y, con un gesto de dedos juntos dirigiéndose hacia la boca, anuncia que para él es tiempo de ir a comer. Pero es muy temprano, le digo, y se va a tratar de convencer a alguien más en alguna otra oficina.

13:11. Dos minutos son suficientes para bajar a la sala donde será el seminario; sin embargo, al sacar la llave del cerrojo noto que dejé la luz de la oficina encendida, única fuente luminosa a pesar de nuestro ventanal sin cortinas. Con esta puerta terca, ahora me debo apurar a volver a abrirla para llegar a tiempo al seminario.

14:43. La reunión está por terminar. La audiencia está formada por 32 asistentes; todos muy formales, excepto el bebé que es el único que se puede dar el lujo de venir en piyama, traer juguetes y comer durante la charla. Incluso con las persianas abiertas, la única sombra es la del ponente que se ha parado frente a la pantalla. El resto de la audiencia se tiene que conformar con siluetas tímidas y amorfas justo junto a los zapatos o las manos recargadas sobre la mesa. Cualquier parte del cuerpo apenas más lejana a alguna superficie no se digna a aparecer sobre la misma.

15:07. Voy al "techo" a comer. En el último piso del edificio hay una cocineta y una sala común. Frente a mí se yergue una estructura azul que anuncia difuminadamente la marina alemana. ¡Mejor!, los buques y el muelle serían más imponentes en alta definición.

17:00. Accidentalmente puse la mirada en el reloj en el segundo en que este cambió. Alegre, comienzo el escape que llevo deseando desde hace media hora.

17:15. Salgo a la oscuridad y la neblina; la luz de una bicicleta me deslumbra y su sombra sobre el asfalto me hace recapacitar que el alumbrado público está encendido. Comienzo el camino a casa.

22:22. Bajo del autobús que me trae de vuelta del entrenamiento; de no ser por las tres capas que llevo encima de cada parte del cuerpo, el frío sería calador e insoportable. Mientras camino a casa disfruto de dos sombras que me acompañan. Alternadamente aparecen y desaparecen, crecen y se hacen pequeñas, se vuelven nítidas y se difuminan; siguen un juego sincrónico a mi andar frente a los faroles.

23:12. Supongo que para la mayoría de los mexicanos es difícil imaginar varios días sin sombra. Incluso en los bosques de niebla del país he visto y sentido más irradiación solar. Ahora entiendo a Peter Pan y la búsqueda de su sombra. También entiendo por qué Peter la busca por la noche; en sus tiempos Inglaterra contaba ya con alumbrado público, entonces es por la noche en que este ente “ajeno” y perseguidor se vuelve perseverante.

Kiel, Alemania. Invierno, 2017.

*Estudiante mexicana de los cursos de Fotografía y Crónica Literaria.

CEPE-CU, UNAM, Ciudad de México.

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Flores de Nieve, Revista de estudiantes y profesores de español

Año 19, Núm. 38
Junio de 2017

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