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Entre amigos

Isabelle Bélanger

Olvidamos, la mayoría de nosotros, expresar nuestros sentimientos.

Quizás nos dan miedo. Viven en el corazón toda una vida, a veces sin que lleguemos a traducirlos en palabras. Que lástima sería dejar a nuestros seres queridos sin haberles dicho por lo menos una vez en la vida que los queremos. Pero estas cosas no se dicen entre hombres, Mano. Vete al cuarto de baño y cierra la puerta.

Amigo mío, cuando pensamos en todas las locuras que hicimos juntos, no podemos dejar de sonreír. Busco en mis recuerdos y no encuentro otros que se les contrapongan.

Guardaré como joya preciosa cada uno de nuestros momentos, aun los difíciles, porque nos ayudaron a fortalecer lo que nos une.

Mano, dos peleas en veinte años, y éstas sólo en nuestra juventud. Eso dice mucho, ¿no crees?

Te agradezco que siempre hayamos podido compartir los sufrimientos al igual que las alegrías. No hay ninguna otra persona como tú, con quien me hubiera gustado compartir lo que nació en mi corazón cuando nació mi hijita. Nuestras lágrimas serán para siempre uno de mis recuerdos favoritos contigo. Supe en ese momento que somos hermanos para siempre.

Pero tampoco olvidaré cuando, en nuestra juventud, entré al salón de clase y te vi besando a la bella María. Para mí me habías robado su amor. ¡Quería morirme. Una de nuestras peleas! Amigo ¿cómo pudimos dejar que una mujer se introdujera con maldad entre nosotros? Fue una de las lecciones más penosas que tuve que aprender en mi vida. Pero con cualquier otra persona hubiera podido yo aprenderla

No sé lo que nos reserva el futuro, pero veo difícil que los eventos de la vida puedan destruir una amistad tan fiel.

No me llamo Neruda, Mano, pero con todas estas palabras, lo que quiero decirte es que te quiero mucho.

Si te cuesta algo guardar esta carta, no te apenes y destrúyela. Tengo cada una de estas palabras grabadas en mi corazón. Como sé que se grabaron en el tuyo.