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La magia de Tepoztlán, en Morelos

Rita Dromundo Amores*
Fotos: Rita Dromundo Amores: Flor de colorín

Volver a la tranquilidad y a los recuerdos. Oír las voces de campanas llamando a la oración desde una de tantas iglesias, entre las que destaca, soberbiamente el convento dominico, que alcanza a verse desde cualquier parte del pueblo.

Escuchar los cohetes que preludian la fiesta de uno de los múltiples santos venerados, a los que seguirán la música y las danzas interminables.

Caminar por sus callecitas que se pierden entre tortuosos empedrados, ver cómo ascienden dando la impresión de que se acercan a la maravillosa cordillera que rodea al pueblo, con sus cerros que parecen "hechos a mano" por los surcos que los recubren.


Fotos: Rita Dromundo Amores: Árbol Pochote. (del náhuatl pochotl)

Recordar a qué suena el canto de los pájaros, sumergido en una inundación de color entre bugambilias y flamboyanes, que destacan entre la multiplicidad de verdes.

Un lugar donde hasta la muerte se pinta de colores en un cementerio donde el amarillo, el naranja; el rojo y el azul, hacen ver alegre la hora de la partida

Ver como el mercado, lleno de actividad, muestra los frutos de la tierra junto con los de la creatividad de los artesanos, que expenden duraznos, nueces, peces multicolores de madera, y cortezas de amate, con pinturas dignas de aparecer en un museo, en una exposición del "arte naif" o ingenuo, junto con casitas minúsculas talladas en espinas de pochote, ropa pintada a mano, relojes de cerámica decorados con flores coloridas...

Es un pueblo diurno, que empieza a vibrar con las primeras luces del alba y cierra sus puertas a las 8 o 9 de la noche, donde sus pocos bares cierran temprano.

Llama la atención saber que no hay policías, salvo uno o dos que aparecen ocasionalmente, sólo para dirigir el tránsito, ya que no hacen falta, porque la gente del pueblo resuelve los problemas que puedan surgir.

En Tepoztlán las flores no solo embellecen el paisaje sino deleitan el paladar, pues se comen tortas de flores del colorín, huauzontles capeados o en tortitas, sopa de flor de calabaza, nieve de pétalos de rosa... además de otros platillos deliciosos.


Fotos: Rita Dromundo Amores: Flamboyan

Un mundo lleno de magia y misterio, enmarcado por un muro de colosos de piedra que, de alguna manera, lo han conservado tan cerca de todo y a la vez tan lejos.

Quizá lo más maravilloso, además de la naturaleza, es la cordialidad de su gente, siempre amable y sonriente, que desde su saludo muestra la mejor disposición para conversar y cierta tranquilidad en la expresión y la mirada, que refleja la paz de un lugar donde la naturaleza se ha mostrado pródiga en cuanto a vegetación y clima. Tierra dominada por el Cerro del Tepozteco, eterno vigilante para impedir que lleguen las discotecas o tiendas de hamburguesas y helados sintéticos, a turbar la magia de este maravilloso lugar.

* Profesora de Literatura
CEPE—UNAM, México, D.F.