México bajo el manto protector de una detective, una escritora y una virgen
Emma Jiménez Llamas
Nuestra Señora de la Soledad, de Marcela Serrano (Alfaguara, 1999)
Bajo el manto protector que tejen en torno a México la detective y la escritora protagonistas de Nuestra Señora de la Soledad, la imagen de México no podía sino salir muy bien librada.
Añadamos en este cuadro mexicano a la virgen del título, protectora de la ciudad de Oaxaca, y tendremos el triple filtro a través del cual Marcela Serrano tamiza el perfil del país que, en la novela, sirve el doble propósito de brindarle cobijo a Carmen L. Ávila, la escritora, y ofrecerle las claves para resolver el misterio del caso en turno a Rosa Alvallay, la detective.
Así que ambas protagonistas encuentran a lo largo de la narración motivos para declarar sea su aprecio hacia formas de ser y vivir de la gente y de la naturaleza en México:
"La cortesía mexicana me hizo sentir persona." [Carmen, p. 123]
"Es que la lluvia mexicana y yo vivíamos un noviazgo. En México el agua está asociada al placer, al aire fresco y tibio, al explosivo verdor."[Rosa p. 134]
sean los lazos afectivos y profesionales que en ese país han establecido:
"En la ciudad de México detuve mi andar y me quedé diez años --sonríe--. Tantas cosas importantes sucedieron allí: mi primer y único hijo, mi primera novela, mi primer amor." [Carmen, p. 122]
sea su voluntad de forjarse una nueva identidad en México:
"Carmen pasaba a ser uno de ellos cuando se encontraba con los mexicanos." [p. 170]
Del carácter sagrado de la virgen participa Oaxaca, su protectorado, nos da a entender la detective narradora cuando describe el milagro del atardecer en esa ciudad mexicana:
"Es un paréntesis y un homenaje que brinda el atardecer a su patrona Nuestra Señora de la Soledad, la santa milagrosa de Oaxaca."[Rosa, p. 190]
Prepara así el terreno para presentar a Oaxaca y a México como un espacio simbólico privilegiado en la forja de la historia de América:
"De algún modo simbólico y apasionante, en México y en sus opciones se está definiendo la viabilidad y el futuro de lo latinoamericano, por lo que sus espacios más profundos, como Oaxaca, siguen siendo lugares privilegiados para el que desea ligarse a la esencia de nuestra historia y encontrar, precisamente ahí, las resonancias del silencio y la paz interior que ya no se logran en las sociedades occidentalizadas y globalizadas." [Rosa, p. 252]
Según la detective, y la autora Marcela Serrano en diversas declaraciones que ha hecho en entrevistas, México "tiende un puente más ancho y abierto entre el pasado y el futuro, la tradición y la modernidad. Se diría que en esta novela la sabiduría de las voces indígenas se mezcla con las nuevas voces del pueblo mexicano.
Será en otros relatos (Un mundo raro, por ejemplo) donde la visión sobre México quede desprotegida por "la patrona de Oaxaca... una mujer, una madre, y no el hijo ni el padre que nunca sabrán de consuelos como ella." [Rosa, p. 228].