Flores de Nieve, Revista de estudiantes y profesores de espaol
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Revista electrónica editada por estudiantes y profesores de español y áreas de cultura de:

Crónicas, cuentos y anécdotas

Excursión al Gran Cañón

Hubert Thiriar*

Excursión al Gran Cañón La anécdota que voy a contarles es, por una parte, una perfecta ilustración de la estupidez del ser humano en cuanto a los prejuicios que alguien puede tener sobre las cosas que ignora. Y por otra, esta anécdota va a destacar algunos rasgos de mi personalidad, como mi inconsciencia y las ganas de sobrepasarme.

No me acuerdo bien de la fecha exacta de cuando me pasó esta aventura, me parece que fue hace 15 años, era el mes de noviembre, creo.

Decidí ir de viaje a Estados Unidos, donde mi hermana acababa de llegar apenas 10 días antes, a Los Ángeles, precisamente, su nueva ciudad de residencia. Quería llevarla a visitar su nuevo país y al mismo tiempo descubrirlo yo mismo. Entonces empezamos nuestro viaje por una caminata en el corazón del Gran Cañón, The Bright Angel Trail.

Antes de ir, unos amigos míos me habían dicho que ellos lo habían hecho en 8 horas, ida y vuelta, bajada y subida. Eso lo recordé solamente después de mi aventura; de hecho, justo antes, a pesar de la emoción, tenía por cierto que esto iba a tomarnos solo 6 horas.

Excursión al Gran Cañón Entonces aquí estamos, al inicio del camino, mi hermana de  tenis y con una mochila en la que llevábamos un paquete de galletas y medio litro de agua. Claro, estábamos en Estados Unidos y ¡tuve por cierto que nos íbamos a encontrar un Mc Donald’s en el camino! Peor aún, cuando vi el panel explicativo, en el cual podíamos leer que aconsejaba hacer el camino en dos días, me carcajeé pensando con mis prejuicios que los americanos siempre habían sido demasiado precavidos/cautos.

Así que  a las once de la mañana empezamos nuestra bajada con un ritmo bastante rápido, de modo que llegamos al punto de regreso después de 2 horas solamente, Plateau Point, donde se puede escuchar el fragor del Colorado, que fluye 500 metros más abajo.

Descansamos y comimos nuestra insuficiente comida. Por supuesto ¡no había ningún MC Donalds! A pesar de todo, nos pusimos en marcha; después de 30 minutos, eran hacia las dos de la tarde y sabíamos que el sol iba a ponerse a eso de las 17 hrs…, lo que nos dejaba tres horas para subir el camino que habíamos bajado en dos horas con un ritmo deportivo y con energía.

Excursión al Gran Cañón Apenas 30 minutos después, el cansancio ya se hacía sentir, digo, fueron las premisas del agotamiento, conjugado con el hecho de que no comimos bastante. A tal punto que, 15 minutos después, no podía mover más el cuerpo, no me respondía más. Extraña sensación, y además en estos momentos te gira la cabeza. Le dije a mi hermana que continuara sin mí, que yo iba a morirme ahí. Afortunadamente, un grupo de tres caminantes pasó y les pedí ayuda. Me dieron rebanadas de pan con una mezcla de mermelada y pasta de cacahuates, además de una cantimplora de agua. Se quedaron con nosotros durante 45 minutos, el tiempo que me tomé para comer una doble rebanada, tenía tanta sed y estaba cansado. Después ¡estaba resucitado! Pero estábamos solamente a la mitad (del camino) y nos quedaba solo hora y media para hacerlo.

A pesar de esa preciosa ayuda americana, el cansancio se hizo sentir más y más, pero a pesar de todo conseguimos llegar a las 16hrs. 59 minutos. Un minuto después, el sol se puso y fue la obscuridad total. Era el principio del invierno y las temperaturas alcanzaban menos de cinco grados Celsius por la noche…

* Estudiante belga de Intermedio 1

  CEPE-Polanco, UNAM, México, D.F.

Fuente de fotografías: Hubert Thiriar

Flores de Nieve, Revista de estudiantes y profesores de español

Año 16, Núm. 31
Enero de 2014

En este número:

Ganador-a de la rifa del libro 90 años de cultura en el Centro de Enseñanza para Extranjeros

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