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El miedo

Jean-Wilfrid Jeannot

Annie fue a Antigua, Guatemala, con el fin de mejorar su español. Los cursos los daba un profesor privado durante seis horas por día, cinco días por semana. Con el trabajo extraclase, Annie no tuvo ningún tiempo para socializar. El primer domingo que Annie estuvo allí, puesto que no tenía aún ningún amigo, había decidido dar una vuelta por el barrio comercial. Ahí en el parque, se sentó en el césped y a fin de matar el tiempo, alimentó a las palomas con cacahuetes. Cuando se aburrió de esa distracción, dado que no tenía nada que hacer, decidió ir al cine, aunque ya había visto la pelicula que se exhibía.

Al final de la pelÍcula, nuestra estudiante iba a tener una sorpresa. En Antigua, no hay autobuses el domingo después de las siete de la tarde. Annie no lo sabía, por no haberse informado del horario de los autobuses. Así que decidió andar hasta el hotel, no porque le faltaba dinero para pagar un taxi, sino porque quería ahorrar unos quetzales (moneda de Guatemala).

Cuando empezó a andar, la calle estaba vacía, excepto por un hombre ataviado con unos ajustados pantalones negros de piel y un abrigo del mismo color, la cabeza cubierta con una boina. Ese hombre caminaba detrás de Annie, asegurándose de que siempre hubiera la misma distancia entre ellos. Después de un rato, Annie se dio cuenta de que el extraño la perseguía.

"Quién es ese hombre", pensó Annie. "Quizás es un ladrón ¡Ojalá viniera un policía! ¡Si tuviera un arma!" Pero un arma hubiera sido tan inútil como una bocina de avión, ya que Annie nunca había tocado un arma.

"Quizás, pensó Annie, no me mate si le doy mi cartera! Tal vez no es un ládrón, sino un violador! En aquel momento, Annie se llenó de miedo y decidió correr. Lo peor fue cuando vio al hombre corriendo detrás de ella; entonces, la chica se volvió y le dijo: "¿Qué quieres? ¿Mi cartera? Aquí esta ".

--No, dijo el hombre, no soy un ladrón. Yo también he perdido el autobús, tengo hospedaje en el mismo hotel que tú. Te reconozco por la chaqueta que llevas. Llegué solo anteanoche y no estoy seguro del camino de regreso. Comprendí que seguirte sería lo mejor para volver a casa.

--Encantada, vecino, exclamó Annie estupefacta.